El independentismo vuelve a exhibirse en la calle en vísperas de la mesa de diálogo

Onze de Setembre

ERC y JxCat mantienen la división pese a la llamada de las entidades a la unidad

El independentismo vuelve a exhibirse en la calle en vísperas de la mesa de diálogo
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La décima manifestación de la Diada celebrada este sábado en Barcelona volvió a ser un éxito de afluencia a pesar de las circunstancias

El regreso del independentismo a la calle, después del paréntesis del 2020 obligado por la pandemia de la covid, ha marcado la celebración de la Diada Nacional de Catalunya en vísperas de la reunión de la mesa de diálogo entre los gobiernos catalán y español que todo indica que se celebrará finalmente, en Barcelona, el próximo jueves. Y lo ha hecho con constantes llamadas al diálogo desde las más diversas sensibilidades, pero en un clima de división entre las principales formaciones políticas que lo representan, sobre todo entre los socios del Govern, ERC y JxCat, que continúan con su particular fuego cruzado a cuenta precisamente de la negociación política con el Estado.

Esto es lo que caracterizó la jornada de ayer, en la que la manifestación convocada como es habitual por la Assemblea Nacional Catalana (ANC) no tuvo la participación de las grandes protestas habidas desde el 2012 hasta el 2017, antes del 1-O, pero sí volvió a suponer una exhibición de la fuerza del movimiento en la calle. Máxime en unas circunstancias en las que, por un lado, las restricciones a causa del coronavirus continúan vigentes –la prohibición de manifestarse se levantó tan solo el día anterior– y, por otro, la desmovilización del votante independentista es notable a causa de la distancia que en este tiempo se ha agrandado con los partidos que también se definen como independentistas.

Via Laietana llena en la manifestación de la Diada 2021 en Barcelona

Via Laietana llena en la manifestación de la Diada 2021 en Barcelona

Ana Jiménez

Aragonès sale bien parado de las protestas y considera reforzada su estrategia de acuerdo

En este escenario, no es tan relevante que la cifra de 400.000 participantes según la organización –108.000 según la Guardia Urbana de Barcelona– esté muy lejos de los números millonarios de años anteriores como la imagen de la calle, esta vez entre la plaza de Urquinaona y la estación de Francia, otra vez llena durante unas cuantas horas. Una imagen hasta ahora inédita en tiempo de pandemia. Esta fuerza es, en todo caso, la que había reclamado muy especialmente el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès –lo hizo el viernes en el mensaje institucional y lo repitió ayer mismo–, y su partido, ERC, para poder proyectarla hacia la mesa de diálogo, y desde este punto de vista puede considerarse hasta cierto punto un aval a una apuesta que, tanto política como socialmente, ha levantado muchas dudas.

Y eso a pesar de las críticas de las entidades soberanistas –la propia ANC, Òmnium Cultural y la Associació de Municipis per a la Independència (AMI)– a la división que existe entre los partidos independentistas y a sus llamadas reiteradas a la unidad, dirigidas éstas a todos en general y aquellas más particularmente justo a ERC. La presidenta de la ANC, Elisenda Paluzie, fue la más explícita al desdeñar la mesa de diálogo y reclamar a Aragonès, recordando el “president ponga las urnas” que Carme Forcadell dirigió en su día a Artur Mas, “president haga la independencia”, que “nos tendrá a su lado”. En lo que a las críticas se refiere, ERC se llevó ciertamente la peor parte, con insultos y abucheos a algunos de sus dirigentes, desde Oriol Junqueras y Marta Vilalta hasta el propio presidente de la Generalitat, que fue recibido con división de opiniones –pitos y aplausos– cuando llegó a la manifestación. Pero aún así salió bien parada, en especial ante los temores de principios de semana de que la movilización ciudadana pudiera girarse en su contra, y considera que su estrategia sale reforzada.

Otra cosa es la relación con JxCat, que ni tan siquiera respetó la tregua de la festividad y se mantuvo en la senda de la discrepancia. La mejor muestra volvió a ofrecerla la presidenta del Parlament, Laura Borràs, que continuó con la trifulca dialéctica abierta el día anterior con Aragonès a cuenta también de la mesa de diálogo y replicó a ERC que “claro que no le temblarán las piernas” para asistir a este foro de negociación a pesar del “escepticismo” que le produce y que se ha incrementado desde la suspensión de la inversión de 1.700 millones de euros para la ampliación del aeropuerto de El Prat anunciada por el Gobierno español. La ministra de Transportes, Raquel Sánchez, precisamente, estuvo presente en la ofrenda floral de su partido, el PSC, al monumento a Rafael Casanova.

Pero otra de las imágenes de la jornada la protagonizó Salvador Illa, que durante la misma ofrenda fue a buscar al presidente de la Generalitat, que estaba acompañado por el vicepresidente del Govern, Jordi Puigneró, y departió con ellos delante de las cámaras durante un par de minutos. Tiempo insuficiente para tratar cualquier cuestión trascendente –oficialmente, según fuentes de Presidència, hablaron de los incendios forestales del verano–, y mucho menos los incendios políticos habidos en los últimos días. Pero en el actual contexto de desencuentro a raíz de la crisis del aeropuerto y en el marco previo a la reunión de la mesa de diálogo –que Aragonès prefiere llamar de negociación– cualquier gesto tiene su interés, y más si este se produce entre el Govern y el futuro líder del PSC, hombre de confianza de Pedro Sánchez en Catalunya. Todo ello, además, cuando la CUP, el socio externo pero necesario para que el Govern de ERC y JxCat tenga estabilidad en el Parlament y que se manifestó aparte en su propia convocatoria, insistió en poner tierra de por medio con este foro de diálogo y sus posibles resultados.

Los presos del 1-O indultados vuelven a participar en la Diada después de un largo paréntesis

Y quienes también despertaron la atención en los diversos actos celebrados con motivo de la Diada Nacional de Catalunya fueron los dirigentes independentistas que hasta hace poco habían estado presos a causa del 1-O y que por primera vez desde los recientes indultos podían volver a participar en la jornada. Todos estuvieron presentes en un sitio u otro, y algunos incluso en varios, pero uno de los que más se prodigó fue sin duda el presidente de Òmnium Cultural, Jordi Cuixart.

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