“Ha llegado la citación de Pepe en el caso de la loca, lo habíamos parado pero alguien lo ha reactivado”. Todos los trabajos sucios que durante años había desplegado José Manuel Villarejo empezaban a hacer aguas, a tener fisuras. Sin embargo, estaba protegido. Era un grupo con difíciles equilibrios. Desconfiaban los unos de los otros, se traicionaban, se ayudaban, se protegían. Y todos tenían algo claro: si uno caía, caían los demás. Al final, cayeron todos. O casi todos.
El mensaje de WhatsApp -con el que arranca este reportaje- fue enviado por el comisario Andrés Gómez Gordo, alias ‘Cospedín’ -por su proximidad a quien fuera la ministra de Defensa y secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal-, al entonces número dos de Interior, Francisco Martínez. Este mensaje es un claro ejemplo de lo que ocurrió esos oscuros años de la Policía y del Ministerio. Una época que ya es comparable por parte de los investigadores a los GAL, un grupo parapolicial orquestado desde Interior en la época de Felipe González, por la utilización de fondos reservados para fines ilegales como es la conocida 'Operación Kitchen'.
La citación judicial a la que se refería ese mensaje era por la causa en la que se investigaba a Villarejo por presuntamente apuñalar a la dermatóloga Elisa Pinto. Las sospechas que hay abiertas judicialmente es que un hombre con mucho poder, el entonces consejero externo dominical de OHL, Javier López Madrid, yerno de Villar Mir y amigo personal del rey Felipe VI habría contratado al excomisario ahora preso para hacer ese trabajo. Una relación personal tormentosa que acabó en denuncias cruzadas e incluso agresiones físicas.
Un modus operandi similar a las organizaciones mafiosas
Primero, elegir bien el objetivo. Segundo, investigarlos, conocerlos e ir a por ellos
Fue entonces cuando la cúpula de Interior, que sabía lo ocurrido, sacaría a relucir toda su artillería para salvar a uno de los suyos. De toda la documentación incautada tras la detención de Villarejo en noviembre de 2017 -como agendas, audios o informes-, así como diversos testimonios se vislumbra un modus operandi similar al de las organizaciones mafiosas, y de hecho a día de hoy varios de ellos están siendo investigados por varios delitos, entre ellos el de organización criminal.
Primero, eligen el objetivo. En este caso habría dos: la doctora Pinto y el comisario encargado de la investigación, Jaime Barrado. Segundo, investigarles para conocer sus puntos débiles e ir a por ellos. Tal y como se refleja en una de las agendas de Villarejo a las que ha tenido acceso La Vanguardia, eran varios los que ayudaron y daban información a Villarejo en este caso. Este apunte, refleja la información que le da uno de sus compinches. “Big [en referencia al también comisario Enrique García Castaño]. Méndez de Vigo (hermana. del CNI) es paciente y muy amiga de la Pinto”.
Uno de los máximos responsables de la Policía de entonces, el director del CITCO, José Luis Olivera, también tiene conocimiento de este asunto. “Oli [en referencia a Olivera]. Big puso micro en el despacho de Bar [nombre utilizado por Villarejo para referirse a Barrado]”.
Tercero, el hostigamiento. Los esbirros de Villarejo habrían preparado un montaje para expedientar a Barrado. Interior sólo tenía que firmar. Como así se hizo. Tiempo después, los tribunales le darían la razón, fue apartado injustamente, pero ya daba igual, el objetivo se había cumplido. Las agendas en las que Villarejo apuntaba todo lo que le decían y le ocurría reflejan estos pasos. “Pino. Muy contento por la caña contra Barrado”. Eugenio Pino, máximo responsable policial del cuerpo, estaría al tanto de toda la maquinaria.
Cuarto punto del plan, la campaña mediática, puesta en marcha gracias a periodistas dispuestos a atacar a los rivales de Villarejo que pretendía desacreditarles públicamente y enterrarles socialmente. En el caso Pinto, la dermatóloga fue grabada en su despacho mientras López Madrid le insistía una y otra vez en que “por favor” se olvidase ya tras acusarla de ser la autora de las llamadas amenazantes que supuestamente recibía.
Las filtraciones interesadas a la prensa
La manera de proceder, esos cinco oscuros pasos, habrían sido una constante
Esa grabación habría sido posteriormente filtrada interesadamente a la prensa por a una persona próxima Villarejo y también investigada como parte de la organización. Así se desprende de una anotación en su agenda en la que se refiere al periodista que publicó la información como “muy preocupado porque espera un ataque en el tema Pinto”, quien, efectivamente, se querelló. “Analizará la entrega de la cita con Rafa”, termina el apunte.
Quinto, y último peldaño de la estrategia: colocar en la investigación a algún policía que no haga muchas preguntas y que esté dispuesto a firmar un informe favorable a Villarejo para levantar las actuaciones contra él. En este caso hubo informes que desmontaban la responsabilidad penal del comisario y desacreditaban a la víctima. “Andi Cosp [en referencia a Andrés Gómez Gordo, alias Cospedín]. Organizar testimonio e informe contra Barrado”.
Esta manera de proceder, con esos cinco pasos, fue repetida en el tiempo. Villarejo tenía un paraguas al que agarrarse. “Si quieres un día te cuento quién daba instrucciones sobre cuidar a Villa y en qué términos. Es que tiene cojones”, reconocía el exsecretario de Estado de Seguridad, Francisco Martínez, en un mensaje de Whatsapp a otro cargo de Interior. De hecho, en el careo vivido en la Audiencia Nacional entre los dos máximos responsables de Interior, Martínez acusó al exministro, Jorge Fernández Díaz, de ordenarle que fuera él la persona que mantuviera el hilo directo con Villarejo.
Pasó lo mismo con la investigación que salpicaba a Villarejo en el caso del pequeño Nicolás. El comisario de la Unidad de Asuntos Internos, la persona encargada de investigar actuaciones irregulares de policías, de aquella época Marcelino Martín Blas, pasó de ser persona de confianza de Pino a ser puesto en la diana. Su relato ante el juez de la Audiencia Nacional que investiga a esta organización, Manuel García Castellón, es una radiografía de aquella época.
Sus problemas empezaron cuando en el marco de una operación contra la mafia china, ‘Operación Emperador’, los investigadores detuvieron a un inspector de policía por sus vínculos con el presunto jefe de la banda, Gao Ping. Como responsable de Asuntos Internos reclamó las diligencias y finalmente remitió un informe a la Fiscalía Anticorrupción con indicios delictivos de varios comisarios, entre ellos Carlos Salamanca y tangencialmente José Manuel Villarejo.
“La situación fue violentísima porque hice lo que tenía que hacer, pero me llama Pino a su despacho y Salamanca estaba ahí y me obliga a darle explicaciones. Y le digo que hay indicios de delito. Me llama otra vez y está Villarejo. Me reprocha que si yo he hecho, que si yo he dejado de hacer”, explica Martín Blas.
Esta situación empeoró, según su versión, con la investigación al joven Francisco Nicolás Gómez Iglesias, conocido como el ‘pequeño Nicolás’. En su declaración tras ser detenido mencionó a Villarejo y en ese momento se encendieron todas las alarmas.
Esta es la secuencia literal que narra Martín Blas ante el juez:
“Pino llamó al instructor de las diligencias a su despacho. En esa reunión estaba Villarejo, García Castaño, Pino y Fuentes Gago. Le dicen que tiene que modificar la declaración de Nicolás. Que aparece Villarejo y esa es una cosa nuestra. El inspector les contesta ‘qué me estáis diciendo ustedes si esa declaración se tomó en presencia de su abogado’. Se queda horrorizado. Pues esto que no se entere Marcelino, que no se entere Martín Blas de ninguna manera. Que está en peligro tu seguridad jurídica”.
Martín Blas fue apartado como comisario de Asuntos Internos y el instructor, el inspector Rubén Eladio López, fue relegado de destino a cuidar los calabozos de Madrid. Aquí también entró en juego cierta prensa. En una de sus anotaciones en la agenda escribió tras hablar con dos periodistas de investigación: “Aviso para que [alude a otro periodista] se moje con los temas de Marcelino en lugar de dar largas”
Los tentáculos de este grupo eran largos. Por un lado, buscaban todos los medios para frenar investigaciones, mientras que contaban con profesionales de los medios de comunicación que les iban alertando de posibles actuaciones judiciales que se habían abierto respecto de él.
Los avisos le llegaban por varias partes, de esta manera podía controlar los siguientes pasos para intentar frenar las investigaciones. De hecho, se le llegó a avisar de que el ministerio público podría estar revisando sus finanzas por un posible delito de blanqueo.
El ocaso cuando las investigaciones le cercaban
Todo iba bien hasta que se descuidó a un eslabón: dejaron tirado a uno de los suyos
Esta protección llegó al punto de que el Ministerio del Interior edulcoró un informe de cara a la opinión pública para frenar cualquier sospecha sobre el entramado empresarial de Villarejo. El autor del informe concluía que su trabajo como policía era compatible con sus empresas, en las que llegaba a acumular millones de euros.
Ese trabajo se hizo tras la publicación en exclusiva en marzo de 2015 por El País que el excomisario participaba en 12 sociedades con 16 millones de capital, según datos recopilados del Registro Mercantil. Semanas más tarde se conoció que había llegado a manejar 46 sociedades en los últimos 30 años con presencia en España, Uruguay, Estados Unidos y Panamá.
En aquel momento Villarejo aseguró que estaba autorizado por Interior pero rehusó dar más explicaciones: todo era normal y tenía el visto bueno de su jefe directo, el comisario Eugenio Pino. “Después de 10 años de excedencia, me pidieron que volviera como agente encubierto en régimen de excedencia especial y me permitieron mantener mi actividad privada”, declaraba en el diario de Prisa.
Y mientras tanto, desde Interior se le prometía y garantizaba que su jubilación se haría con todos los reconocimientos y honores. Todo iba bien hasta que se descuidó uno de los eslabones. Dejaron tirado a uno de los suyos, uno de aquellos que les había sufragado gastos, comidas, caprichos, les había pagado a precio muy alto su información. Vinieron mal dadas y le dieron de lado. Ese fue su final.