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Las captaciones fallidas de Es Satty

Juicio por el 17-A

El imán de Ripoll, líder de la célula de los atentados de Barcelona, intentó con anterioridad y sin éxito que otros jóvenes se unieran a sus planes

20 / 08 / 2017 IMAN RIPOLL FOTO: EL PAIS Abdelbaki Es Satty

Dani Duch

Abdelbaki Es Satty tenía claro sus planes. En su mente estaba que todas las personas no musulmanas merecían ser atacadas y él quería aportar su granito en esa lucha, en la yihad para acabar con los infieles. Por lo menos desde 2015 empezó a captar a quienes ejecutarían sus planes. Los perfiles son similares, chicos muy jóvenes, con poca educación y poca capacidad económica. Así se desprende de varias declaraciones escuchadas en el juicio que se celebra en la Audiencia Nacional por los atentados de Barcelona y Cambrils el 17 de agosto de 2017. Son chicos a los que llevaba a su casa para supuestamente instruirles en el corán por su condición de imán, y a quienes poco a poco les inculcaba ideas a favor de la yihad.

El testimonio más esclarecedor fue el de Cristian. Fue en 2015, mientras Es Satty vivía en Castellón, cuando este joven, que cursaba secundaria, decidió convertirse al islam. Pronto comenzó a acudir a casa del imán porque quería conocer más el corán. Entre charla y charla de religión, le fue introduciendo vídeos del DAESH en zonas de conflicto, de niños entrenando o torturas. Para este chico, esas imágenes eran demasiado fuertes. “Aquello no era normal”, explicó al tribunal.

“Me decía que todo aquel que no fuera musulmán merecía morir”, indicó. Entre otras cosas, le dijo que habría que hacer volar una tienda de alimentación y le hablaba “orgulloso de un compañero suyo que se había ido a Irak a luchar. Este joven tenía claro que la intención del imán era captarle aunque creía que él no sería capaz “de hacer lo que hizo”.

Cristian no podía imaginar que el imán, con unos discursos nada radicales en la mezquita, pudiera decirle esas cosas en privado. Por eso, decidió apartarse de él y no volver a su casa y él como respuesta dejó de mantener el contacto con él, le sacó de su círculo. “Se lo comenté a mi madre y a mi hermano porque tenía que desahogarme”, apuntó.

Recolectores de naranjas

Este chico a veces coincidía con otro joven en casa de Es Satty, Adrián. Además, los dos trabajaban en la recolecta de naranjas. Este segundo joven suavizó algo más la declaración del primero. Dijo que a él nunca le puso videos del DAESH aunque sí reconoció que le hablaba a favor de la yihad. En su caso, también fue captado después de “abrazar la fe islámica”. Le hablaba a favor de la yihad pero aseguró que nunca le incitó a cometer atentados.

Este imán decidió irse. Cogió rumbo a Bélgica y Adrián dejó de ir a la mezquita. En verano de 2016, Es Satty volvió a España aunque no regresó a Castellón sino que se instaló en Ripoll (Girona). Ambos mantuvieron el contacto y le presentó a unos chicos. Era Youssef Aalla, Mohamed Hichamy y Younes Abouyaaqoub. El primero se puso a trabajar con Adrián en las naranjas y se hicieron amigos.

Fueron varias veces a verle a Castellón, hablaban de la yihad y de religión. Incuso Adrián fue a visitarles a la casa de Alcanar, donde resultó que tenían guardados los explosivos que iban a utilizar. Pero eso, este joven converso, nunca lo vio. Eran sus amigos y les tenía aprecio.

“Yo era pobre y me dieron la sadaqa”, una especie de limosna voluntaria por caridad. Él seguía manteniendo el contacto con ellos cuando vio por la televisión la explosión de la casa de Alcanar en la madrugada el 16 de agosto de 2017. “Les llamé pero nadie me cogió el teléfono”, explicó este chico que, no elegido para formar parte de esa célula, pudiendo declarar como testigo.

En el tiempo que estuvo en Bélgica intentó trabajar como imán en la mezquita de la localidad de Diegem. Estuvo unos meses pero finalmente no fue contratado porque le pedían un certificado de buena conducta que no quiso o no pudo aportar. El presidente de aquella mezquita, Soliman Akaunchouh, explicó que vigilaron mucho sus discursos “porque primero te ponen una cara y luego es otra”.

Un imán discreto

Este testigo, que declaró por videoconferencia, situó a Es Satty dentro del “salafismo radical”. Así que este imán volvió a España, donde no tuvo problema para ser contratado en la mezquita de Ripoll.

En ésta no le reclamaron ningún certificado de antecedentes penales ni acreditación como imán. Así lo reconocieron el presidente y el secretario de la mezquita. Fue allí donde Es Satty localizó a los jóvenes que luego cometerían los atentados y la mayoría acabaron abatidos por los Mossos d’Esquadra. El imán había muerto unas horas antes en la casa de Alcanar, donde estaban guardados los explosivos preparados para ser utilizados en monumentos de Catalunya. Por una errónea manipulación de estos estallaron, con el imán dentro.

Según se desprende de estos testimonios sus discursos eran correctos, nada radicales y nadie le vio captando a jóvenes en la mezquita. Comenzó en abril de 2016 hasta el verano de 2017, justo al finalizar el ramadán, que pidió tres meses de vacaciones. “No nos lo podíamos permitir. La gente de la mezquita se iba a enfadar por estar tres meses sin imán”, así que se fue, explicó uno de los miembros de la junta. En realidad, se había quedado en Alcanar para centrarse en sus próximos planes.

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