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La "patria azul" de Erdogan: Turquía como potencia marítima del Mediterráneo

TURQUÍA GEOPOLÍTICA (Análisis)

Ilya U. Topper

Estambul, 19 oct (EFE).- Turquía lleva varios años intentando expandir su influencia en el Mediterráneo oriental, en una pugna geopolítica con Grecia, Chipre y Egipto, zona en la que su único y frágil aliado parece ser Libia, aunque cuenta con una baza: la no reconocida República Turca del Norte de Chipre.

La victoria electoral, el domingo pasado, de Ersin Tatar, ex primer ministro respaldado por el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, afianza el control de Ankara sobre la mitad turcochipriota de la isla, su cabeza de puente en el Mediterráneo.

Aunque Turquía lleva desde su fundación en 1923 viéndose como un país "rodeado por enemigos", en el último lustro ha desarrollado el concepto "Mavi Vatan" (Patria Azul) para asegurar el dominio de su flota sobre importantes partes del Mediterráneo oriental.

CARRERA POR EL GAS

Originalmente, el término Patria Azul, acuñado por altos cargos militares, prevé declarar grandes partes del Mediterráneo como aguas territoriales turcas, pero el Gobierno nunca ha asumido esta interpretación, incompatible con la ley internacional, explica a Efe en conversación telefónica el politólogo turco Mensur Akgün.

"Cuando Erdogan emplea el termino lo hace de forma metafórica: lo que pretende Turquía es una zona económica exclusiva, no una jurisdicción territorial", explica el profesor.

La expansión turca ha exacerbado el tradicional conflicto con Grecia que, con islas situadas a dos kilómetros de las costas turcas, domina prácticamente todo el mar Egeo y reclama exclusividad económica sobre gran parte de las aguas entre Creta y Chipre.

Es justo allí donde Turquía lleva desde primavera realizando exploraciones geológicas en busca de hidrocarburos, apuntándose a una carrera desencadenada hace una década por Israel, el Líbano, Egipto y Chipre.

Pero junto a los obvios beneficios de un hallazgo de gas natural, el envío de buques perforadores persigue también afianzar la presencia militar para convertir a Turquía en una potencia marítima con la que los demás Estados ribereños tienen que contar a la hora de hacer acuerdos.

El envío de buques "no hay que tomarlo por lo que parece, sino como una ficha de negociación. Es parte de la diplomacia. Si uno no puede hacerse escuchar, hay que usar el músculo militar", describe Akgün la estrategia.

CHIPRE, SIEMPRE ALIADA

En este juego de ajedrez, Ankara siempre ha contado con el visto bueno de la República Turca del Norte de Chipre, que ha expedido a las empresas turcas licitaciones para buscar gas en sus aguas, en reflejo de lo que ha hecho el Gobierno de Nicosia internacionalmente reconocido respecto a las aguas al sur de la isla.

Por eso, la ajustada victoria de Ersin Tatar, favorable a relaciones más estrechas con Ankara, tampoco va a suponer un cambio; de hecho, el anterior presidente, Mustafa Akinci, más distante de Ankara, nunca criticó la búsqueda de gas en aguas de la isla.

Sería un error ver la presencia turca en el Mediterráneo y su insistencia en respaldar las tesis turcochipriotas como una aspiración del Gobierno actual, insiste Akgün: "Esto no es un problema de Erdogan, sino que está relacionado con el futuro de la nación. Cualquier político turco tendría la misma postura, tal vez con una retórica distinta, pero haciendo esencialmente lo mismo".

Sin embargo, la retórica de Erdogan ha catapultado a la opinión pública la imagen de una Turquía que reconquista un mar que antes, es decir en época otomana, le pertenecía por el derecho de la fuerza militar.

UNA VICTORIA DE 1538

El mes pasado, el Gobierno celebró por primera vez con gran pompa, despliegue de fragatas en el Bósforo incluido, el aniversario de la batalla de Préveza en 1538, enfrentamiento naval entre fuerzas otomanas con españolas y venecianas, que para los próximos treinta años aseguraba el dominio de Estambul... hasta la derrota en Lepanto.

Esta retomada retórica de dominio enfrenta a Turquía ahora con Grecia, Chipre, Israel, Egipto e incluso con la Unión Europea, que ha reiterado varias veces su respaldo a Atenas y ha amenazado con sanciones a Ankara si no renuncia a las perforaciones.

Aunque Turquía tiene relaciones buenas con España y en cierta medida también con Italia, y mantiene una cooperación correcta con Estados Unidos en asuntos navales, el único país ribereño claramente del lado turco es Libia, cuyo Gobierno frágil, envuelto en una guerra civil, debe su supervivencia a la presencia militar turca.

SEÑALES PARA NEGOCIAR

Al eje de Grecia y Chipre se une el respaldo de Francia, cuyo discurso cada vez más tajante frente a Turquía calienta el ambiente, pero Akgün no cree que Ankara plegará velas si no se le ofrece una "solución equitativa".

Al contrario: el hecho de mandar buques a zonas cercanas de Creta o Chipre, donde invariablemente provocarán protestas por parte de Atenas y Nicosia, es en realidad una señal de querer negociar, opina el profesor.

"Cuando hay una perspectiva de negociar, Ankara retira los buques. Pero luego Grecia hace un movimiento contrario, y Turquía los manda de nuevo", describe el tira y afloja de los últimos meses.

"Ambos bandos deberían renunciar a sus reclamaciones maximalistas para sentarse a negociar", recomienda.

Pero un acuerdo duradero entre Grecia y Turquía será difícil sin primero resolver el problema de Chipre, donde la victoria de Tatar hace dudoso cualquier avance hacia una reunificación. EFE