Parada militar, charlas forzadas y condecoraciones por la pandemia

Doce de Octubre

Abucheos a Sánchez y vivas al Rey en un 12-O con todas las instituciones presentes

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Pablo Iglesias junto al presidente del Supremo, Carlos Lesmes, con quien conversó antes del inicio del acto

Juan Carlos Hidalgo / EFE

Hasta de la cabra de la Legión se prescindió ayer en la parada militar del Doce de Octubre, reducida a 527 militares en vez de los habituales 4.000 que desfilaban por el paseo de la Castellana, a causa de la pandemia de la Covid-1 9. Este año fue un acto ­austero en la plaza de la Armería del Palacio Real, al que asistieron los representantes de todas las instituciones del Estado.

La pandemia estuvo presente no solo en las mascarillas de todos los asistentes –desde la que reclamaba “sanidad pública”, del vicepresidente segundo Pablo Iglesias, hasta las negras con la bandera de España que llevaban, uniformados, todos los militares–, sino también por las condecoraciones que recibieron los miembros de la operación Balmis, que durante la primera ola de la pandemia recorrieron toda España luchando contra el virus. Y también presente con la asistencia de organizaciones civiles que destacaron por su trabajo contra la Covid-19.

Medio millar de soldados, la patrulla Águila y efectivos de la Legión participaron en un desfile reducido

La celebración de la Fiesta Nacional tuvo un marcado carácter castrense, pero reflejó de forma muy fehaciente la situación que vive el país. En la plaza de Armería del Palacio Real –todo el acto se desarrolló al aire libre– se encontraban y hablaban, a pesar de sus diferencias, buena parte de los protagonistas de los enfrentamientos que se han vivido en España en las últimas semanas: Pablo Iglesias y Alberto Garzón con el Rey; el vicepresidente segundo con Carlos Lesmes, presidente del Tribunal Supremo, instancia que decidirá el futuro judicial de Iglesias, o el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, que han tensado sus relaciones hasta el punto de que el Ejecutivo central ha impuesto al de Madrid un estado de alarma. Pero fuera, varios centenares de personas afines a Vox, que había llamado a los españoles a tomar las calles, vitorearon al Rey, pero sobre todo irrumpieron en gritos contra el Gobierno, y en especial contra Sánchez: “¡Gobierno dimisión!”, “¡Sánchez fuera!”, “¡asesinos!”, “¡dictadores!” o “¡libertad, libertad!”.

La cerca de media hora de adelanto con la que llegaron las autoridades, hasta la entrada de los Reyes y sus hijas, la princesa Leonor y la infanta Sofía, dio lugar a conversaciones amenas entre presidentes autonómicos, presentes 14 de 19, incluyendo los dos de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla; entre ministros, o entre los líderes del PP, Pablo Casado, y de Ciudadanos, Inés Arrimadas. No tanto con Santiago Abascal, presidente de Vox, sentado al lado de ellos, pero con quien no tuvieron una charla tan fluida.

Pero las que más atención concentraron, aparte del saludo entre el Rey y los ministros de Unidas Podemos –todos ellos presentes en el acto–, en especial Iglesias y Alberto Garzón, fueron las que mantuvieron por un lado Sánchez y Ayuso, y por otro el vicepresidente segundo con Lesmes.

La primera charla fue lacónica. “Presidenta, ¿como estás?”, preguntó Sánchez a Ayuso. “Bien, presidente, ¿y tú?”, respondió ella. “Bien”, concluyó él. Y no volvieron a cruzarse ni palabras ni siquiera la mirada, que Díaz Ayuso trató siempre de esquivar, atendiendo, interesada, a lo que decían el jefe del Estado Mayor de la Defensa (Jemad) y la ministra de Defensa, Margarita Robles, que amenizaron el corrillo en el que estaban los dos presidentes, además del alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida.

Díaz Ayuso trató siempre de esquivar la mirada de Sánchez

En otro corrillo, el presidente del Tribunal Constitucional, Juan José González Rivas; la presidenta del Senado, Pilar Llop; el presidente del Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Lesmes, y Pablo Iglesias. Todos en conversación larga y animada, en la que se pudo ver al líder de Podemos reírse detrás de la mascarilla que pedía sanidad pública.

El acto, en el que se guardaron las distancias de seguridad y las medidas sanitarias, contó con unidades ubicadas en Madrid, a causa de la pandemia, a excepción de la Legión, presente para celebrar su centenario. Únicamente consistió en un izado de bandera, un homenaje a los que dieron su vida por España, una imposición de condecoraciones y un pequeño desfile terrestre.

Pese a las restricciones, no faltó la patrulla Águila que realizó su tradicional pasada, durante el homenaje a los caídos, dibujando en el cielo de Madrid la bandera de España, aunque hubo algún problema con los colores. No hubo más desfile aéreo, ni tampoco el habitual descenso de los paracaidistas con la enseña de España.

El acto se celebró con el lema “El esfuerzo que nos une”, en referencia a la lucha contra la pandemia, y en reconocimiento a todos aquellos que han participado en ella, y siguen haciéndolo. La parada militar se convirtió en un homenaje a quienes han participado en la lucha contra el virus, no solo militares, sino miembros de organismos civiles como el Cuerpo Nacional de Policía, Protección Civil y Emergencias, el Summa, el Ericam (Emergencia y Respuesta Inmediata de la Comunidad de Madrid), el Cuerpo de Agentes Forestales de la Comunidad, el Samur, la policía municipal de Madrid y los bomberos.

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