La Covid-19 y las obras de rehabilitación de la catedral Compostela generaron la más singular ofrenda al Apóstol Santiago de la que hay recuerdo cercano en esta tradición con más de tres siglos de arraigo.
Con mascarillas, en la también imponente iglesia de San Martiño Pinario y con la presencia de los Reyes, que sólo se produce en momentos de especial transcendencia. Así ha sido este sábado el tributo anual al patrón de España, en el que, a partir de la tradición jacobea, Felipe VI efectuó un llamamiento a la “fraternidad y la unidad”. Señaló que son las ideas “que mejor germinan en el espíritu de los pueblos, moviéndolos hacia grandes logros. Hoy ese logro consiste en ser capaces de aminorar el impacto de la crisis, sin merma de la solidaridad entre personas y territorios que los españoles consagramos en la nuestra Constitución”.
En su invocación al Apóstol y con el reciente acuerdo del Consejo Europeo sobre el programa de reconstrucción como telón de fondo, el monarca destacó que “no estaremos solos en esa misión. El proyecto europeo, que tiene una de sus más antiguas cunas en el Camino de Santiago, cubre hoy una etapa trascendental en la que no cabe la fragmentación”.
Así, Felipe VI ha ensalzado a la Unión Europea como “la construcción política, social y económica más importante de la historia no sólo por sus logros materiales, sino sobre todo por la preservación de los valores democráticos consustanciales con la dignidad humana”. Incidió en el reto de salvaguardar estos principios, al tiempo que se responde con “prontitud y eficacia” a la crisis provocada por la pandemia a partir de “medidas solidarias”.
“La vocación y el deber de la Corona es ser punto de encuentro que permita recorrer unidos y en libertad el Camino por el que discurre nuestra historia”, afirmó el Rey, justo antes de cerrar su discurso pidiéndole al “Santo Patrón de España que siga siempre a nuestro lado inspirándonos y protegiéndonos”.
Los Reyes han acudido este 25 de julio a la capital de Galicia dentro de la gira que realizan por toda España tras el fin del estado de alarma, y con doce de meses de adelanto ante la cita del Año Santo compostelano de 2021, el primero desde el 2010 y al que se refirió Felipe VI para arrancar su ofrenda. La enmarcó dentro de las tradiciones “necesarias porque suponen un anclaje en el transcurrir del tiempo, ofrecen perspectiva a nuestros problemas, elevan el espíritu y fortalecen la unidad”.
Sin el característico botafumeiro de la catedral, la Covid-19 planeó en todo momento sobre la ceremonia de este sábado. Provoca dificultades que “no son inéditas”, según manifestó el Rey en el contexto de los ancestrales ritos compostelanos. Asimismo, efectuó un reconocimiento a las “miles de víctimas” del virus y se refirió a las “situaciones angustiosas” desencadenadas por el confinamiento, al tiempo que elogiaba “el impagable sacrificio de ciudadanos de todas las esferas de actividad, que combinaron la entrega sin límite con una profesionalidad extraordinaria”.
Recalcó que en este momento toca “mantenernos diligentes y prudentes ante el virus”, al tiempo que se afrontan sus consecuencias sociales y económicas que “requieren una unidad profunda en torno a nuestros valores compartidos y un compromiso firme en la búsqueda del bien común”.
Felipe VI apeló al “esfuerzo común” e incidió varias veces en los llamamientos a la fraternidad y la unidad. “La última prueba de esa solidaridad se dio precisamente en los tramos más agudos de la pandemia, cuando España actuó al unísono y españoles geográficamente distantes se sintieron unidos en una causa común, en una lucha compartida”, enfatizó.
En la parte de la ofrenda en lengua gallega, ante la complacida mirada del presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, Felipe VI quiso “reconocer el compromiso de Galicia con el autogobierno y con nuestra España tan diversa y plural, así como con el pleno desarrollo de la democracia pese a las dificultades de los últimos tiempos”.