Alberto Núñez Feijóo e Iñigo Urkullu han ido de la mano en la convocatoria de elecciones a sus respectivos parlamentos, y fueron juntos para suspender las que se debían celebrar el 5 de abril, ante la crisis sanitaria por el coronavirus y el estado de alarma decretado por el Gobierno. Pero aunque los dos hicieron lo mismo, no lo hicieron de la misma forma, y ahora el presidente gallego se encuentra atrapado en su propio decreto, que le impide convocar las elecciones mientras esté en vigor el estado de alarma.
Feijóo aunó los dos elementos en su decreto de suspensión de las elecciones, que decía que “la convocatoria de elecciones al Parlamento gallego se activará una vez levantada la declaración del estado de alarma y la situación de emergencia sanitaria”. Y a esto achacan la oposición en el Parlamento de Galicia, e incluso algunos de sus compañeros de partido, que fuera precisamente Alberto Núñez Feijóo quien más insistiera el domingo, durante la conferencia de presidentes con Sánchez, en la necesidad de levantar el estado de alarma lo antes posible.
El presidente gallego busca fórmulas para celebrar las elecciones en julio o dejarlas para el próximo año
Aunque los dos presidentes, el gallego Feijóo y el vasco Urukullu, mantuvieron contactos a la hora de convocar las elecciones para el 5 de abril y para suspenderlas en marzo, cada uno de ellos lo hizo a su manera. El lehendakari lo plasmó de otra forma en el decreto de suspensión, donde no figuran en ningún momento referencias al estado de alarma, ya que determina que “la convocatoria de elecciones al Parlamento vasco se activará una vez levantada la declaración de emergencia sanitaria”.
Sólo así se entiende que el lehendakari Urkullu ya haya mantenido una reunión con los líderes de los demás partidos vascos y se hayan citado para el 14 de mayo, a fin de fijar la fecha de las elecciones, que el PNV pretende que sean a primeros de julio.
Sería la misma pretensión que tiene Alberto Núñez Feijóo, que según fuentes cercanas al presidente gallego sería partidario de celebrar las elecciones en julio, aunque la semana pasada aseguraba que las elecciones no estaban en la agenda. A pesar de ello, posteriormente precisó que estaba buscando fórmulas para celebrar las elecciones antes de octubre.
Y es que en el mes de octubre, caso de que el estado de alarma se alargara hasta que finalice la desescalada, las condiciones tanto sociales como sanitarias pueden ser más difíciles que en verano si, como se prevé, hay un nuevo repunte de contagios por el coronavirus en otoño. Además, tanto los responsables autonómicos gallegos como los vascos temen que haya una mayor crispación social que ahora, cuando, una vez se haya completado la desescalada, la situación económica vaya a peor, con un gran incremento del paro, que puede poner en entredicho la gestión de las comunidades autónomas.
Alberto Núñez Feijóo, por ello, ha hablado en los últimos días de “improvisar” un escenario legal para aplazar más allá de este año los comicios, y que no tengan lugar ni en julio ni en octubre. El pasado domingo, el presidente gallego hablaba de que “dentro de la incerteza en la que vivimos desde el punto de vista sanitario, tenemos que aproximarnos al escenario que dé mayor certeza sanitaria para poder hacer elecciones”. El presidente gallego advierte de que unas elecciones en estos momentos se harán “con dificultades, con distanciamiento social, con colegios electorales más amplios, con lugares donde haya menos aglomeraciones y con una campaña importante de voto por correo”.