Giaime Pala: “Tras esta crisis asistiremos a alguna forma de desglobalización”
Conversaciones de la pandemia
Doctor en Historia por la Pompeu Fabra y profesor de la Universitat de Girona, Giaime Pala (Milán, 1976) está especializado en movimientos comunistas y lucha antifranquista en España y Catalunya, también es un buen conocedor de la historia del comunismo italiano, y ha escrito profusamente sobre la historia del PSUC y la clandestinidad intelectual catalana, así como sobre la figura y obra del intelectual marxista Antonio Gramsci.
¿Cómo cree que afecta este sunami vírico a la legitimidad de la institucionalidad democrática en Occidente, que venía muy tocada?
No creo que esta crisis afecte sobremanera al funcionamiento de las democracias europeas. El problema es lo que pasó antes y lo que vendrá después del virus. En efecto, nuestras democracias han llegado tocadas a la crisis a causa de políticas económicas que empeoraron el nivel de vida de la mayoría de las personas: privatizaciones de empresas estratégicas, precariedad laboral, Estados del Bienestar en peligro permanente, insensatos objetivos de equilibrio presupuestario, etcétera. Estas cosas, y el giro austeritario iniciado en 2010, llenaron a Europa de partidos de extrema derecha con una inédita capacidad operativa, y las democracias continentales no aguantarán otra vuelta de tuerca del mismo tipo después de esta crisis. Si queremos salvar las libertades políticas y rearmar la democracia, tendremos que superar el liberalismo económico de las últimas décadas.
¿Y a la vigencia del Estado-Nación?
Esta crisis no aumenta ni aminora el papel del Estado-Nación. Si acaso, demuestra a los ciudadanos la importancia que éste siempre ha tenido a la hora de ejercer algunas funciones fundamentales que ya Max Weber señaló en su momento: el monopolio de la fuerza, la recaudación de impuestos y el hecho de disponer de aparatos burocráticos y profesionales que aseguren la cohesión de una sociedad avanzada. Los Estados están ahí, no se han disuelto (como pensaba cierta politología) y, lejos de tender al cierre y la autarquía, casi siempre han estado interconectados entre ellos: la primera globalización de 1870-1914 era más integral que la globalización actual; y ésta, a su vez, tuvo su origen en la apertura comercial que los Estados Unidos impusieron a su área de influencia a partir de 1945.
Legitimidad estatal
“Los romanos que cantan el himno para darse coraje en la cuarentena no aceptarían tamaña disciplina de la alcaldesa de Roma o Úrsula Van der Leyen”
¿Y a la percepción del ciudadano sobre su libertad, a su eventual predisposición a someterse al decisionismo estatal?
Si por decisionismo estatal entendemos la capacidad de imponer medidas draconianas para afrontar situaciones de emergencia como la actual, entonces volvemos a hablar de la vigencia del Estado-Nación. Porque, al menos de momento, una comunidad nacional reconoce la potestad de gestionar una emergencia dramática e inmediata solo a las estructuras estatales que la representan. Puede gustar o no, pero los romanos que ahora cuelgan banderas italianas en sus balcones y cantan el himno nacional para darse coraje en la cuarentena, no aceptarían tamaña disciplina de la alcaldesa de Roma o de Ursula Van der Leyen.
¿Cómo puede cambiar nuestra relación con el trabajo, con el crecimiento económico e incluso con las políticas medioambientales este Gran Frenazo?
Mucho. Porque este Gran Frenazo se liga a un cambio más general que se inició en 2008. El comercio global, cuyos ritmos de crecimiento previos a 2008 no habían vuelto a recuperarse antes de la llegada del virus, se ralentizará aún más y, sumado a los problemas climáticos y a la energía fósil decreciente, hará que asistamos a alguna forma −que se producirá lentamente− de desglobalización. Si somos capaces de dar vida a economías más autocentradas y energéticamente sostenibles, no lo viviremos como un trauma.
Globalización
“Hace años que China trata de orientar su economía hacia la demanda interna; su futuro no dependerá tanto de las exportaciones ”
¿Cree que China está intentando salvar la globalización, en la medida en que su modelo económico depende de la cartera de pedidos occidental?
El hecho es que China ya no intenta salvar una globalización de la que depende en cuanto país fuertemente exportador, sino que quiere adaptarse a un nuevo escenario. Me explico. Hace años que el Partido Comunista Chino trata de orientar su economía más hacia la demanda interna. No es un proceso fácil pero le es necesario para aumentar el consenso político, que no puede obtener mediante la legitimación democrática. Además, el gobierno de Pekín es consciente de que algunas astutas prácticas arancelarias y monetarias que le fueron permitidas después de la entrada en la OMC, ya no son toleradas. De modo que su futuro ya no dependerá tanto de las exportaciones. Con todo, el problema es también de tipo geopolítico: si China quiere proyectarse como una potencia realmente global, tendrá que renunciar a su superávit comercial. Para ser un Imperio a la manera de los Estados Unidos, hay que crear dependencia económica en los aliados secundarios siendo un “comprador de última instancia” –o, por decirlo en términos de Varoufakis, un “Minotauro global”−, no un sujeto mercantilista.
Modelo de gestión
“Una solución como la que intentó Boris Johnson es políticamente inmanejable porque puede conducir al pánico de masas”
Muchos políticos, han coqueteado con adoptar la solución Boris Johnson, que ahora estudia Suecia, para salvar la economía. ¿Es una solución liberal o una aberración?
Si bien una parte de la comunidad científica no la considera una idea descabellada, es un planteamiento políticamente inmanejable, en tanto que puede conducir al pánico de masas, y por tanto inviable. El mismo Johnson parece haber dado marcha atrás.
¿Cómo puede afectar a nuestra relación y percepción del tiempo y del espacio (en términos económicos y políticos, es decir, el trabajo, el territorio…)?
No creo que las percepciones tengan, en sí, mucha relevancia. Por ejemplo, en 2008 existía la percepción generalizada de que había que refundar el capitalismo y, sin embargo, terminamos con un capitalismo aún más agresivo. En esto seamos algo más marxistas y reconozcamos que nuestras relaciones sociales y económicas −y hasta nuestras percepciones mentales− en última instancia vienen moldeadas por la evolución del movimiento político real y de la lucha social concreta.
Marco continental
“Si la Unión Europea quiere sobrevivir tendrá que renunciar a sus tratados ‘austeritarios’ y refundarse sobre una economía robustamente social”
¿Cree que estamos ante un paréntesis o ante una discontinuidad?
Estamos ante una discontinuidad sobre todo por lo que decía antes acerca de la evolución de la globalización. Pero, en el corto plazo, veo una discontinuidad mucho más rápida y profunda en la Unión Europea, la cual, si quiere sobrevivir a esta crisis, tendrá que renunciar a sus tratados austeritarios y refundarse sobre la base de una legitimidad democrática auténtica y de una economía robustamente social. Ya no le queda mucho tiempo para hacerlo.