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Ni floreros, ni “feminazis”

Politicas

Los partidos no comparten el discurso feminista, pero sí el objetivo genérico de igualdad entre hombres y mujeres

Las diputadas Albiach, Sànchez, García, Escarp, Geli, Sans y Roldán, esta semana en el hemiciclo del Parlament

Ana Jiménez

Son capaces las mujeres de ejercer de manera distinta a los hombres cuando llegan a un alto cargo? La feminización de la política ha tenido como motor las cuotas de género que introdujo en España la ley de Igualdad del 2007 para favorecer el acceso de mujeres a puestos de liderazgo. Es una cuestión de derechos. Pero es lógico pensar que una mayor presencia de mujeres en política favorezca la agenda feminista. Los partidos no comparten discurso, pero sí el objetivo genérico de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. A partir de ahí, los enfoques son distintos y también, claro, el lenguaje.

Anna Geli, diputada de JxCat

“En el Parlament esta ha sido la legislatura más feminista; hay que destacar todo el trabajo previo al pleno monográfico de mujeres”

El patriarcado es el concepto tótem de la izquierda. El discurso feminista progresista se centra en combatir el modelo de sociedad en el que el hombre ejerce la autoridad por el hecho de ser hombre. La igualdad de oportunidades se fija como objetivo, a todos los niveles. Con diferencias, la izquierda pone el acento en combatir la discriminación en el mercado laboral, objetivo vinculado a los usos del tiempo y la corresponsabilidad.

Raquel Sans, diputada de ERC

“La política está diseñada sólo para hombres, como era en el pasado, no se tiene en cuenta el trabajo reproductivo”

“En el espacio productivo hay mucho que hacer, el trabajo feminizado, combatir la brecha salarial. En reuniones con colectivos suelo decir que el único parámetro de las estadísticas donde las mujeres estamos mejor que los hombres es en la pensión de viudedad, porque ellos ganan sueldos más altos”, detalla Eva Granados, portavoz del PSC en el Parlament, que subraya que con los gobiernos socialistas se han aprobado las leyes más importantes para los derechos de las mujeres. “En las manifestaciones se grita ‘menos lacito y más dinerito’. Hay que poner dinero para políticas feministas”, subraya.

Jéssica Albiach, diputada de CatComú-Podem

“En una reunión dices algo, no te hacen caso y luego un hombre repite tu idea y se le adjudica a él; no permitamos que ocurra”

Radicalidad es otra palabra que sumar a la agenda progresista. “El feminismo tiene que ser una transformación radical de cómo entendemos la sociedad –apunta la diputada de ERC en el Parlament Raquel Sans–. Tenemos que luchar contra la división actual entre el trabajo productivo y el reproductivo, que invisibiliza al segundo, y hacerlo con la transversalidad de las políticas públicas”. Sans añade que la lucha contra las violencias machistas tiene que ser nuclear, pero también la lucha contra la brecha salarial.

Assumpta Escarp, diputada del PSC

“Soy de la generación que teníamos que ser ‘superwomen’, estar en todas partes y hacerlo todo; y callamos más de la cuenta”

En el vocabulario de la izquierda radical el feminismo es anticapitalista y va de la mano de la emergencia climática y la justicia social. “El feminismo lucha contra las violencias machistas, que son muchas, y debe ser también una agenda de transformación, que incluye el cambio de modelo económico –subraya Jéssica Albiach, presidenta del grupo CatComú-Podem en el Parlament–. El capitalismo es incompatible con la vida, genera pobreza y destruye el planeta”.

Esperanza García, diputada del PP

“No intentemos enfrentar a mujeres buenas y malas, en función de cómo entendemos el camino hacia la igualdad”

La tribu es una aportación del anticapitalismo al debate feminista. “Más allá de la familia nuclear hombre-mujer-hijos, todas las experiencias que aportan el feminismo y otros espacios, referentes a la crianza y el cuidado colectivos en una comunidad, son muy potentes para romper los marcos del individualismo extremo que nos impone el capitalismo”, reflexiona Natàlia Sànchez, diputada de la CUP en el Parlament, que señala al sistema capitalista y patriarcal como “máximo responsable de las desigualdades, las explotaciones y las opresiones” que sufre la mujer.

Lorena Roldán, portavoz de Cs en el Parlament

“El feminismo liberal no excluye a nadie, si no incluimos a los hombres no podremos erradicar la violencia machista”

Transversalidad es otra idea clave, aplicar el objetivo de igualdad a todas las políticas. “Apostamos por una perspectiva de género en todos los ámbitos de la Administración y también por medidas como la promoción de la incorporación de la mujer en estudios tradicionalmente masculinos como las tecnologías de la información y la comunicación (TIC)”, añade la diputada de JxCat en el Parlament Anna Geli.

Eva Granados, portavoz del PSC en el Parlament

“Las de mi generación tenemos conciencia de que quizás llegamos a los cargos por cuota pero estamos aquí y vamos a ejercer”

El lenguaje es también una herramienta del feminismo. Pero hay que ir más allá. “El feminismo es de todos, de cualquiera que esté comprometido con la causa de la igualdad, no recibimos lecciones de nadie. Y criticamos el postureo, como decir portavozas o miembras , lo importante son las medidas”, detalla Lorena Roldán, portavoz de Cs en el Parlament, que hace hincapié en la educación en valores de igualdad.

Irene Rigau, exconsellera y exdiputada , PDECat

“La próxima batalla es por las mujeres mayores; en política ellas pierden antes visibilidad porque ser joven es un valor también”

El machismo se combate con estrategias diversas. “No hay que criminalizar a los que trabajan por la igualdad por otras vías. Si algo favorece a determinadas actitudes machistas es la falta de generosidad de algunas mujeres”, advierte la diputada del PP en el Parlament Esperanza García, que subraya como un logro el pacto de Estado contra la violencia de género, para destinar recursos, hacer políticas activas y fomentar la protección de la mujer.

Las mujeres han conquistado espacio. Assumpta Escarp, diputada del PSC, empezó en política en 1985. “Muchas veces tenías que demostrar que valías el triple que ellos –detalla–. Y yo diría que no levantábamos suficiente más la voz, hemos callado más de la cuenta”.

Anna Simó, exconseller y exdiputada, ERC

“Sufrí el síndrome de la impostora, que obedece a una cuestión cultural y no racional, pensaba que no estaba preparada”

Anna Simó, que fue consellera y vicepresidenta primera del Parlament, coincide. “En los primeros años, en las reuniones de ERC, a veces costaba que te escucharan y tenías la sensación de que lo que decías no era interesante. Nos autocensuramos. Yo aplaudo cuando veo una mujer con ganas, con ambición política, porque yo no tuve nunca”, destaca.

Y el miedo que acecha a toda mujer es ser un florero. “Tenías que trabajar para que nadie te considerara cupo y procuramos que les quedara claro que ellos también lo eran, que la lista electoral cremallera era alternarnos ellos y nosotras, no abrir hueco para las mujeres”, detalla Irene Rigau, que fue consellera y diputada de CiU. “Nunca sentí que me dieran un cargo por ser mujer pero tampoco me obsesionaron las apariencias”, asegura.

Natàlia Sánchez, diputada de la CUP

“Romper el techo de cristal no puede servir para que mujeres poderosas y ricas accedan a cargos y opriman como los hombres”

El discurso feminista está hoy en el centro del debate y es hegemónico. Y ha generado un movimiento de reacción desde la ultraderecha. Vox aspira a revertir normas fundamentales como la ley contra la violencia de género, que consideran que atenta contra el hombre, o la ley del aborto. Y arremete contra las feministas, a las que califica de “feminazis”. Otro vocablo que añadir, en negativo, a la lista del 8 de marzo.

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