Vuelco importante en la Conferencia Episcopal Española (CEE). La elección de los cardenales de Barcelona y Madrid, Juan José Omella y Carlos Osoro, como presidente y vicepresidente, respectivamente, de los obispos españoles significa un giro en la Iglesia española que hasta ahora había mantenido cierta equidistancia con la línea marcada por el papa Francisco. Ambos suceden a Ricardo Blázquez y Antonio Cañizares que han dirigido los destinos episcopales en los últimos tres años. Los resultados de la votación de hoy martes suponen una derrota del sector más conservador, hace unos años liderado por Antonio María Rouco, cardenal emérito de Madrid, y que actualmente contaba como cabezas más visibles con el cardenal arzobispo de Valencia Antonio Cañizares y con el arzobispo de Oviedo Jesús Sanz Montes.
En la primera votación para elegir nuevo presidente de la CEE se necesitaba la mitad de los votos (44 sobre un total de 87 prelados con derecho a voto) y al arzobispo de Barcelona Juan José Omella le faltó sólo uno. Pero en la segunda votación hubo un reagrupamiento y el resultado fue rotundo: Omella, 55 votos; Jesús Sanz Montes con 29 votos; con tan solo 3 votos dispersos que han ido al cardenal de Madrid Carlos Osoro y a los obispos de Getafe, García Beltrán, y de Bilbao, Mario Iceta, que eran los otros nombres que habían aparecido en las quinielas de los días previos. Queda bastante claro que dos tercios del episcopado español optan por la renovación. Y esa sensación ha sido ratificada en la votación para la vicepresidencia, donde no ha habido componendas para buscar un equilibrio sino que ha sido elegido también por mayoría el cardenal Osoro, muy próximo a la línea y al talante de Omella.
Omella salió elegido en la segunda votación, frente al candidado conservador Sanz Montes
El resultado de estas votaciones ofrece también un respiro al Gobierno de Pedro Sánchez que tiene abiertos varios conflictos con la Iglesia y que temía una posición más intransigente. Aunque habrá seguramente diferencias en cuestiones como la regulación de la escuela concertada o de la materia de religión, y puede que también en temas como la exención de IBI o las inmatriculaciones, la impresión es que va a predominar la vía del diálogo.
La elección de Omella ha venido precedida tanto por una cierta campaña mediática en contra, que lo presentaba como un adalid de la negociación con los independentistas, como de ser el candidato del Gobierno español. La oposición llegó incluso al juego sucio con el envío a todos los obispos que debían participar en la elección de un libro anónimo titulado Complot de poder en la Iglesia española: Barco contra Omella. En defensa propia, escrito bajo el seudónimo de Jacques Pintor. Un libelo en toda regla que bajo el pretexto de defender al sacerdote Miguel Ángel Barco, reducido al estado laical por una presunta paternidad que él ha negado, es en realidad un ataque a Omella, al que se acusa de provocar la renuncia del arzobispo de Zaragoza, Manuel Ureña.
En los últimos días hubo campaña mediática anti Omella al que se acusó de mediar en el conflicto catalán
Omella, nacido en Cretas o Queretes (Teruel), en el Matarranya, área de habla catalana, ha sido obispo auxiliar de Zaragoza, obispo de Barbastro-Monzón, administrador apostólico de Huesca y de Jaca, obispo de Calahorra y La Calzada-Logroño. El 6 de noviembre de 2015 se hizo público su nombramiento como Arzobispo de Barcelona, que no fue bien recibido por el sector más nacionalista, por no ser estrictamente catalán y por algunas declaraciones anteriores como su postura sobre los bienes de arte de la Franja. El 28 de junio de 2017 fue creado cardenal. Desde el 2014 es miembro de la Congregación para los Obispos lo que le ha permitido viajar casi cada quince días al Vaticano y tejer complicidades con el equipo del papa Francisco. Cuando hace dos años se vivieron los momentos más tensos del procés, Omella jugó cierto papel de mediador para reducir la tensión y buscar vías de diálogo, siempre con el beneplácito de Roma. Llegó a entrevistarse con el líder de ERC Oriol Junqueras y viajó hasta Madrid para entrevistarse, acompañado de Carlos Osoro, con el presidente Mariano Rajoy, pero sus gestiones no prosperaron por ninguna de las dos partes.