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Oda a Diana Garrigosa

Obituario

Economista y professora de informática (1944-2020)

Archivo LV.

En el 2008 publicamos en RBA la Oda inacabada , las memorias de un Pasqual Maragall ya aquejado de alzheimer, y ya decidido a emprender la batalla contra “el doctor alemán del que no quiero recordar el nombre”.

Conocía a Pasqual y a Diana desde mucho antes, probablemente desde finales de los setenta: creo que fue Montserrat Roig quien me presentó a Narcís Serra, y este a Pasqual y a Diana. Aunque no estoy muy seguro… Pero no importa: ­como dice García Márquez en el prólogo que escribió para esas me­morias, “en las buenas amistades lo importante no es saber cómo empezaron, sino tener la certeza que no terminarán nunca”. Pero durante los varios meses que duró la preparación del libro me di cuenta de que, después del atroz diagnóstico, se revelaba en Diana una mujer nueva, una mujer mejor. No podía entenderse la valentía de Pasqual, su firme determinación para ir a un combate que sabía perdido, si no era reparando en la serena voluntad de Diana de apoyarle hasta donde pudiera llegar y luego recoger el testigo y seguir con la misión de dar a conocer la enfermedad e impulsar los trabajos de investigación que ­algún día no muy lejano nos permitirán derrotarla. Ella, la que siempre rehuyó los focos, la que nunca quiso ser la mujer del alcalde o la presidenta, estaba ahora dispuesta a ocupar el centro de la escena. Del documental Bicicleta, cullera, poma , promovido por la Fundació Pasqual Maragall que Diana pre­sidía, recuerdo un momento que me emocionó profundamente. Quizás no son las palabras exactas, cito de memoria, pero hay un momento en que el entrevistador le pregunta a Diana: “Quizás llegará un momento en que no te reconozca… ¿Has pensado en ello?”. Y Diana mira fijamente a la cámara, deja que transcurra un silencio y dice, se­rena, entera: “Esto ya ha ocurrido”. Y de nuevo el silencio. Esa mirada, ese silencio reflejan todo el dolor y toda la valentía de Diana.

Cuenta Pasqual en sus memorias que, con ocasión de la presentación del libro La saga dels Maragall , de Víctor Batallé, Diana tomó la palabra en nombre de la familia política, de los “sobrevinguts”. Y dijo: “Esta familia tiene un poeta, un senador, un alcalde, una medallista olímpica, pintores, escultores, gente implantada en la sociedad catalana. Pero donde de verdad se demuestra la valía del apellido Maragall es en su capacidad para escoger bien los compañeros con quienes compartir la vida, las ilusiones, las neuras”. No hay duda de que tenía razón.