España, capital Maracaibo

España, capital Maracaibo

El día en que se pone en juego la continuidad del Mobile World Congress, el acontecimiento tecnológico de mayor envergadura que se celebra
en España, el Congreso de los Diputados dedica todas sus energías a discutir acaloradamente sobre Venezuela, como si no hubiese mañana en el lago de Maracaibo.

El día en que Barcelona puede perder, quizá para siempre, la organización de
un evento que le conecta con la vanguardia tecnológica del mundo, además de reportarle ingresos por valor de quinientos millones de euros anuales
y 14.000 puestos de trabajo,
la noticia del Parlament de Catalunya más citada en las redes sociales es la intervención de una diputada inde­pendentista ( Anna Erra , al­caldesa de Vic) abogando por hablar siempre en catalán a todas aquellas personas que “por su aspecto físico, no parezcan catalanes”. (Afirmaciones por las que la señora Erra anoche pidió disculpas).

El día en que el país pierde su principal escaparate tecnológico el debate obsesivo es Venezuela

Asistimos, en directo y en nuestra casa, a una de las grandes batallas de la globalización y las agendas políticas domésticas, así en Barcelona, como en Madrid, son incapaces de salir del obsesivo tiovivo, ni que sea por unos minutos. No hay que tener muchas luces para interpretar que la suspensión del MWC va más allá de la tremenda problemática del coronavirus chino, aunque este haya sido, sin duda alguna, el motivo oficial de la suspensión, tras una fatídica cadena de deserciones, que se convirtió en alud en el momento en que Amazon y Facebook, junto con otras grandes compañías, anunciaron que
no acudían a Barcelona.

Estamos asistiendo a una batalla geopolítica en un escenario que podría formar parte del guion de Blade Runner . El riesgo de una gran epidemia mundial provoca corrimientos de fuerza en el combate entre Estados Unidos y la República Popular China por la hegemonía tecnológica en el campo
de la inteligencia artificial y del internet de alta prestación. Ese combate va a definir los próximos decenios. El MWC se ha convertido en el gran escaparate comercial del mundo que viene y se celebra en suelo europeo.

Las autoridades españolas, catalanas y barcelonesas tienen ahora el enorme reto de conseguir que el congreso se siga celebrando el año que viene en Barcelona. Una feria aeronáutica en Singapur no
ha sido suspendida. Una gran feria internacional de sistemas integrados de imagen y sonido que se celebra en Ámsterdam, con participación de empresas que estos días han decidido no acudir a Barcelona, se mantiene inalterada. Nadie puede afirmar, de manera tajante, que el coronavirus chino sea una magnífica excusa para trasladar el MWC fuera de Europa; de la misma manera que nadie puede negar, de manera tajante, que el Mobile se ha convertido en pieza de una gran combate geopolítico.

Una batalla del siglo XXI tiene lugar en España, ahora mismo, en directo, y el Congreso de los Diputados se va
a Maracaibo. Barcelona corre el riesgo de perder su más preciado engarce internacional y el Parlament de Catalu­nya se pierde en las obsesiones de la identidad insegura. El mundo pasa por delante de nuestras narices y nuestros parlamentos se convierten
en espejos del repliegue.

Toda actitud estratégica exige una mirada. Y unos ­minutos fuera del tiovivo.

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