Sánchez y Torra, diálogo en febrero pero con reservas

La crisis catalana

El presidente del Gobierno ofrece mejoras en autogobierno para esquivar la autodeterminación

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Sánchez y Torra, en la sala de Diputats del Palau de la Generalitat, donde el president celebra las reuniones oficiales y a la que se accede desde la galería gótica

Àlex Garcia

“Un profundo sentimiento de honor”, “profundo respeto y emoción”… No era la primera vez que Pedro Sánchez estaba en el Palau de la Generalitat pero ayer quiso darle la relevancia de inicio de una nueva etapa política en su relación no sólo con el Govern, sino con Catalunya. El presidente del Gobierno entró en Palau pasando bajo la pancarta que reivindica la libertad de opinión y de expresión para reunirse con Quim Torra y superar el trámite ­establecido en la negociación con ERC que propició su investidura.

La cita de presidentes –una hora y media– servía para abrir el proceso de diálogo pactado con los republicanos e implicar definitivamente a JxCat, a pesar de su estrategia inicial de confrontación. La primera reunión de la mesa de gobiernos será en febrero, con Sánchez y Torra al frente, aunque no hay ni orden del día ni siquiera composición de las delegaciones, que se fijará en una comisión técnica.

Estará, seguro, Pere Aragonès, el tercer protagonista, aunque ausente, de la cita. ERC presionó por tener un calendario y ahora se congratula porque “estamos donde queríamos estar”. La legislatura ­está finiquitada pero se han garan­tizado la aprobación de los pre­supuestos y, al menos, una reunión de la mesa de negociación que venderán como activos en su campaña electoral. Y como la relación de Sánchez con ERC se dirime por canales que no pasan por el despacho del president, Aragonès estuvo en Lledoners con Oriol Junqueras.

La reunión no debía alumbrar acuerdos –Sánchez se proclama ­defensor del autogobierno y Torra de la autodeterminación–, sino escenas de distensión. Los dos presidentes pasaron revista a la guardia de gala de los Mossos, subieron por la escalera de la galería gótica y ­posaron en el salón dels Diputats, antesala del despacho del president que Torra nunca ha empleado. La senyera y la bandera española –no la europea– presidieron el encuentro sin flores amarillas para la discordia. Si en la Moncloa esperaban alguna encerrona no hubo más que dos libros de regalo: Llibertat i ­sentit , de Lluís Solà, y Inventing ­Human Rights , de Lynn Hunt. Y una encuesta del CEO que la Moncloa ya recibió hace meses.

Nuevas citas

La consigna en Palau ante la negociación es “cautela” y evitar caer en el “efecto ZP”

A cambio, Sánchez le dejó a Torra –a quien se refirió como “actual president” marcando distancia– las cuatro páginas de su “agenda para el reencuentro”. La dejó porque no se abordó durante la reunión –se quedó sobre la mesa y hasta el president pensó que era un papel olvidado–, aunque el relato impuesto por la Moncloa es que la oferta de Sánchez para Catalunya se enmarcará en ese “documento abierto”, comenzando por la mesa de diálogo de gobiernos y la búsqueda de so­luciones “en el marco de la ley y el respeto a la seguridad jurídica” y sin referencia a la consulta del pacto con ERC. Un total de 44 pro­puestas que van desde el com­promiso de anular la condena de Lluís Companys, a la defensa del Mobile World Congress.

Sánchez se compromete, por ejemplo, a reformar el sistema de financiación autonómica, a flexibi­lizar el déficit de las comunidades con permiso de Bruselas y cumplir con la disposición adicional tercera del Estatut en materia de inversión en el presupuesto de este año: con el corredor mediterráneo las estaciones de Sants, la Sagrera y el plan de Cercanías, la nueva ciudad aeroportuaria del El Prat y los accesos al Port de Barcelona. También cita la financiación de los Mossos y del sistema de dependencia y “estudiar” los planteamientos tributarios de la Generalitat. Y del Consejo de Política Fiscal y Financiera que se reúne hoy a la comisión bilateral Estado-Generalitat que también se pretende convocar este mes. En la cartera, negociaciones para reducir la conflictividad institucional, el histórico traspaso pendiente de las becas o la convocatoria de plazas judiciales y la gestión autonómica del 0,7% del IRPF con fines sociales.

Pero Torra insiste en que no se debe perder el foco de la bilateralidad ni condicionar la resolución del conflicto catalán a la aprobación de unos presupuestos o medidas que son “incumplimientos” del Estado. El president reivindicó el derecho de autodeterminación y le necesidad de acabar con la “represión”. Más aún, cree que los presos independentistas y Carles Puigdemont deben formar parte de la solución. Y así lo transmitió en la rueda de prensa con el núcleo duro del expresident en Palau sentado en la primera fila.

La batalla en las urnas

ERC respira aliviada; el calendario de reuniones apuntala su estrategia electoral

Fue Torra quien introdujo dudas sobre el resultado de la negociación, de hecho ni se atrevió a dar por inaugurado un “cambio de ciclo”. La consigna en JxCat es “cautela” y “no caer en el efecto ZP”, así que defenderá la mesa de diálogo pero con la condición de que no sea para “perder el tiempo ni crear falsas expectativas”, sintetizó Torra.

Y es que Sánchez no garantizó resultados, sino un cambio de paradigma. De una década de “balance sombrío” con el PP: “desencuentro, conflicto institucional y tensión social”, a retomar “la senda de la política” y la desjudicialización. Lanzó su compromiso más allá de las instituciones y quiso dirigirse desde el Palau a los catalanes “con la esperanza de convivir en el respeto”.

El punto de partida de la negociación no puede ser más lejano. Sánchez asume que deberá afrontar “resistencias” al diálogo y que el camino “no va a ser fácil ni rápido”. La evidencia es que rechaza el derecho de autodeterminación y defiende “firmemente” el “autogobierno de Catalunya” como la mejor representación de “la pluralidad” catalana. Aunque no rehúye la cuestión –“no tenemos miedo a hablar de nada”–. Sí lo hace cuando lo que se pone pregunta es sobre la demanda de una amnistía. Y entierra la figura del mediador: “el diálogo será franco y transparente”, tanto que serán testigos, dijo, los 47 millones de españoles. “Por nosotros no quedará”, fue la réplica de Torra, aunque por la tarde el Parlament se aprobaba defender esa figura en la mesa.

El president someterá el contenido de la reunión a los partidos y entidades independentistas, pero la negociación también está condicionada por la convocatoria de elecciones catalanas, el Tribunal Supremo y los presupuestos del Estado, que necesitan a ERC. Sánchez ya no habla de presentarlos en marzo sino de “aprobarlos cuanto antes”, justo cuando acaba de arrancar la negociación con Bruselas sobre el margen de déficit.

Por la tarde, la agenda de Sánchez fue más apretada pero también más cómoda. El presidente está deci­dido a poner en valor la marca Barcelona y su área metropolitana, donde los socialistas mantienen sus focos de poder, así que fue recep­tivo a las propuestas de Barcelona Global para el traspaso del edificio de Correos, una nueva fiscalidad para emprendedores o equipamientos para ciencia. El inicio del diálogo social con sindicatos y patronal fue el bálsamo perfecto para las reuniones con los representantes catalanes de UGT y CC.OO, así como la patronal Pimec.

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