Solans, con toda Catalunya en su cabeza
Obituario
Joan Antoni Solans, que fue todopoderoso director de Urbanismo de la Generalitat, fallece a los 77 años a causa de un accidente
“No concebía el urbanismo como un mero ejercicio de ordenación física del territorio, sino como una disciplina significativamente enmarcada en los procesos históricos, económicos y sociales”. Lo decía Joan Antoni Solans a propósito de Manuel Ribas i Piera, que fue su maestro en materia urbanística cuando estudiaba en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona (ETSAB). Esta concepción de la disciplina podría haberse aplicado perfectamente al propio Solans durante los veinte años de grandes transformaciones en los que, como director general de Urbanismo de la Generalitat, veló con mano de hierro por la ordenación del territorio catalán.
Su resuelto intervencionismo y su tendencia a no compartir el poder le llevaron a colisionar a menudo con los intereses municipales, granjeándose detractores en numerosos ayuntamientos, también entre ciertos promotores privados que veían frenados sus proyectos so pretexto de que no casaban con los intereses generales. Pero no hubo, al menos entre los primeros, quienes no reconocieran su carácter profesional, escrupuloso, firme e íntegro.
Veló de modo escrupuloso por el desarrollo urbanístico, lo que le granjeó no pocos enemigos
Joan Antoni Solans Huguet nació en Barcelona en 1941, estudió en los Jesuitas de Casp, obtuvo el título de arquitectura en la ETSAB en 1965 y, aunque proyectaría algunas viviendas, se inclinó rápidamente hacia el urbanismo, disciplina sobre la que amplió conocimientos en Berlín.
Solans participó en la elaboración del Plan General Metropolitano de 1976 y se vinculó a la administración municipal barcelonesa durante la alcaldía de Socías Humbert, donde en 1977 fue nombrado delegado de Urbanismo, cargo que ocupó hasta 1980. Allí coincidió con Narcís Serra o Pasqual Maragall y desarrolló políticas de compra de terreno que serían de mucha utilidad en la posterior transformación olímpica. Parecía llamado a permanecer en el Ayuntamiento (al que pronto llegaría Oriol Bohigas, también con ideas propias muy fuertes y altas posibilidades de choque). Pero en 1980 se integró, sin pertenecer a CDC, en el primer gobierno de Jordi Pujol, cuya política de equilibrio territorial aplicó.
Solans sobrevivió en este cargo a cinco consellers de Política Territorial i Obres Públiques: Josep Maria Cullell, Xavier Bigatà, Joaquim Molins, Jaume Roma y Artur Mas, acumulando gran poder. Pero no al sexto, Pere Macias. En enero de 2000, le relevó como director general de Urbanismo y le nombró director general de planificación territorial, privándole de su condición de todopoderoso gestor del desarrollo urbanístico catalán. En octubre, Solans salió dando un portazo de la consellería. Además de su incompatibilidad con Macias, influyó también en la decisión su pérdida de control del Incasol, desde el que controlaba la compra de suelo público y la construcción de viviendas.
Conversar con Solans sobre el desarrollo urbanístico de Catalunya –y más en su domicilio particular, entre plóters, planos y expedientes– era una experiencia abrumadora, deslumbrante. No importaba el término municipal del que se tratara: sabía describir su orografía, referir los nombres y hechuras de sus principales fincas, reconstruir su evolución y sus mayores conflictos de intereses. Se dice de Jordi Pujol que conocía por su nombre de pila a habitantes de los más remotos pueblos catalanes. De Joan Antoni Solans podría decirse que tenía toda Catalunya en su cabeza, que conocía su territorio hasta el menor detalle. Y que dedicó sus mejores años a cuidar su desarrollo.