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Encallados hasta las elecciones catalanas

Sin permiso

Lola García Directora adjunta

Pedro Sánchez anda bastante desaparecido para la opinión pública mientras cocina el encaje de las piezas del puzle municipal y autonómico de la manera más conveniente a su investidura. El objetivo es tratar de formar gobierno sin incluir a Podemos y ser investido sin depender de los independentistas. Si lograra la abstención de alguno de los partidos de la derecha a la manera de Manuel Valls en Barcelona ya sería la cuadratura del círculo.

Pero los malabares de la investidura no van a esconder que la estabilidad parlamentaria será difícil de conseguir. La mayoría más probable sobre la que se asentará el nuevo gobierno serán los 175 diputados que permitieron hacer presidenta del Congreso a Meritxell Batet. Es decir, con el apoyo del PSOE, Podemos, PNV, Coalición Canaria (siempre que Pablo Iglesias no entre en el Gobierno), Compromís y el diputado regionalista de Cantabria. Es un sostén poco compacto, mejor que el de la breve legislatura anterior, pero que no da para demasiadas alegrías. La mayoría absoluta está en 176 escaños.

Las maniobras de Sánchez van a ir encaminadas a reducir toda dependencia del independentismo al máximo. Primero porque esa relación le provoca desgaste en el resto de España y porque sus últimas experiencias con ERC y JxCat no le han resultado fructíferas. Mientras los socialistas reprochan a los independentistas su negativa a aprobar el Presupuesto y su veto a Miquel Iceta como senador, en ERC recriminan a Sánchez que se levantara de la mesa de negociación por interés electoral y que intente desbancar a Ernest Maragall de la alcaldía de Barcelona.

Pero no son ésos los principales motivos. Lo fundamental es que la Moncloa es consciente de que ni ERC ni JxCat van a estar en condiciones de garantizarle tranquilidad parlamentaria al menos durante bastantes meses. Al independentismo aún le quedan tiempos convulsos que vivir en los próximos tiempos. La primera gran prueba será la sentencia a los líderes del procés que se sientan en el banquillo del Tribunal Supremo. Cualquier fallo que implique condenas de prisión, que es lo más probable, dejará a ERC y JxCat sin capacidad para llegar a acuerdos con el Gobierno de Sánchez, incluso aunque tuvieran buena disposición a alcanzarlos. No podrían explicarlos a sus seguidores.

Por eso, el PSOE no se plantea recuperar ahora la negociación con el Gobierno de la Generalitat sobre la creación de mesas de diálogo entre partidos, lo que dio pie al espinoso asunto del “relator”. Se mantendrán las relaciones institucionales y la intención es incluir de nuevo en los presupuestos algunas partidas que responden a reivindicaciones de Catalunya con la vista puesta en mejorar las expectativas electorales del PSC, pero es difícil ir más allá porque el calendario no es propicio.

Los socialistas son conscientes de que resulta imposible reclamar apoyo parlamentario estable a ERC y JxCat mientras se gestiona la aplicación de la sentencia del Supremo. La respuesta que pueda dar el gobierno de la Generalitat es un escollo en el horizonte y la proximidad de las elecciones catalanas también induce a la competencia entre los dos partidos independentistas y no allana el camino para un entendimiento.

Sánchez esperará al resultado de las elecciones catalanas para conocer quiénes son los interlocutores del Gobierno central en la Generalitat, una cuestión trascendental para el desarrollo del conflicto catalán. De ahí que ya se estén produciendo movimientos en los diferentes espacios políticos para situarse de cara a esos comicios. Esquerra deberá afianzar su liderazgo más allá de Oriol Junqueras y ver si culmina su buena racha de resultados, JxCat tendrá que dirimir sus divisiones internas con la baza de Carles Puigdemont siempre en la recámara, Ciudadanos se medirá de nuevo contra sus propias expectativas y esta vez con la opción de Manuel Valls como posible alternativa o el PSC y los comunes competirán mientras comparten poder en bastantes municipios. Mientras no se despejen todas esas incógnitas en unas elecciones, la política va a seguir encallada en los efectos del procés.

Otro referéndum

Las dos formaciones que comparten el Govern, JxCat y ERC, aún no han decidido qué respuesta deben dar a una condena de los líderes independentistas procesados por el Tribunal Supremo. Pero eso no implica que no haya dirigentes que estén pensando en diferentes posibilidades. La mayoría se inclina por unas elecciones, además de las protestas en la calle. Pero también hay quien habla de aprobar los decretos que desplegaban la ley de transitoriedad o incluso de convocar un nuevo referéndum organizado desde fuera del Govern. Las posiciones son muy dispares cuando empieza la cuenta atrás, ya que el juicio acaba la próxima semana.

Un sábado complicado

La constitución de los ayuntamientos tendrá lugar el próximo sábado y el pleno del de Barcelona se presenta ahora mismo especialmente movido. Es posible que las opciones de Ernest Maragall y Ada Colau de ocupar la alcaldía no se hayan despejado del todo hasta ese día y, en todo caso, la tensión que rodea esa elección puede provocar que haya seguidores de uno u otro bando manifestándose en la plaza de Sant Jaume. Pero además cabe también la posibilidad de que el Tribunal Supremo permita a Joaquim Forn salir de la prisión para acudir al Ayuntamiento a tomar posesión de su acta de concejal, lo que supone medidas de seguridad añadidas.