Es una mujer hecha a sí misma”, resaltó Pedro Sánchez de Meritxell Batet cuando, para sorpresa de propios y extraños, la situó como su tándem electoral en la lista por Madrid para las generales del 2015.
Nacida en Barcelona en 1973, efectivamente Batet se lo tuvo que ganar todo a pulso. Se licenció en Derecho por la Pompeu Fabra gracias a las becas de los gobiernos de Felipe González, porque a su familia no le sobraba el dinero y ella misma se puso a servir copas por la noche en el Nick Havanna y en Bikini para llevar dinero a casa. Logró ser profesora de Derecho Constitucional en la UPF, hasta que Narcís Serra, entonces primer secretario del PSC, se cruzó en su camino.
Dirigió después la Fundació Carles Pi i Sunyer, pero tras la victoria de José Luis Rodríguez Zapatero ya aterrizó en el Congreso en el 2004 de la mano de José Montilla. Allí conoció a un joven diputado del PP, José María Lassalle, con quien se casó en el 2005 y tuvo dos hijas mellizas, Adriana y Valeria.
Experta constitucionalista, muy minuciosa y preparada, además de la discreción y la prudencia en persona, con la llegada de Sánchez al liderazgo del PSOE entró en la ejecutiva de Ferraz. Y empezó a ser imprescindible para cualquier empresa compleja. Desde la coordinación de programas electorales y la actualización de la propuesta de reforma de la Constitución hasta las conversaciones con Podemos o Ciudadanos para tratar de forjar pactos de gobernabilidad.
Tras la moción de censura a Mariano Rajoy, Sánchez volvió a reclamarla para incorporarse a su primer Ejecutivo, en el que asumió la cartera de Política Territorial y Función Pública. Ahora, el líder del PSOE quiere que sea la tercera autoridad del Estado.