Mariano Rajoy volvió a hablar, por fin, después de que en junio dejara la presidencia del partido, tras perder el Gobierno, y lo hizo para reivindicarse a sí mismo, a su gobierno y a su partido. No hacía falta, porque el PP tiene claros quienes son sus preferidos, y sobre todos ellos, el ex presidente del Gobierno. Ya antes de que hablara fue vitoreado, ovacionado y hasta aclamado, seguramente más incluso que cuando estaba al frente del partido. Rajoy con una advertencia que no dirigió a nadie en concreto: “Hay que tener claridad en los principios, saber lo que defendemos, pero hay que estar en la realidad” y “no es bueno el sectarismo, ni son buenos los doctrinarios”.
La primera ovación que recibió el ex presidente del Gobierno fue cuando al principio del todo de la convención del PP, el candidato del Partido Popular Europeo a la presidencia de la Comisión Europea, Manfred Weber le citó, y lo hizo para destacar su labor al frente del Ejecutivo español y su papel en Europa. Todos los asistentes al cónclave popular se pusieron en pie y le aplaudieron a rabiar, en lo que es la primera presencia del ex líder del PP a un acto de partido tras el congreso popular que eligió presidente a Pablo Casado.
Pero no fue nada con la explosión de entusiasmo que levantó cuando subió al escenario a hablar. Por más que pedía que la gente se sentara, los miembros del PP que aclamaban a su ex líder, no se cansaban, y el primero, con un gesto que no se veía muy convencido, Pablo Casado. Pero la gente quería oírle, además de aplaudirle, y le escuchó, aunque volvió el Rajoy de los datos, el que no habla al corazón, sino que se empeña en explicar cómo ha subido la renta per cápita, o el número de mujeres trabajando en los 40 años de vigencia de la Constitución. Datos fríos, sin alma, aunque no se notó mucho, porque la gente estaba entregada.
El formato de la convención que el PP celebrará durante todo el fin de semana en Madrid llevó a Mariano Rajoy a intervenir, primero cuidándose de no coincidir con José María Aznar, que lo hará mañana, y después no con un discurso, sino a través de una charla con quien ha sido uno de los principales pilares de apoyo de Rajoy, la actual presidenta del Congreso, Ana Pastor. Una modalidad, aseguran en el nuevo PP, que él mismo eligió.Las preguntas de la política gallega no le pusieron en un compromiso: sobe la Constitución, sobre el papel del PP en estos 40 años, o de las claves del éxito y el modo de hacer política del PP.
Con esos epígrafes, más que preguntas, Rajoy reivindicó la necesidad de saber aplicar bien los tiempos, su forma de gobernar, pero sobre todo, lo hecho, como la defensa de la unidad de España, primero con el Plan Ibarretxe y después con el procès catalán, o la salida de la crisis, “la mayor de la historia de España”, donde se perdieron 3,5 millones de empleos “aunque algunos no lo recuerden”. El ex presidente fue tajante: “El Gobierno del PP tomó las decisiones que había que tomar, aunque a algunos no les gustara, el que hizo las reformas necesarias para el déficit”.
Pero donde Rajoy se explayó más fue cuando Ana Pastor le preguntó por las cuestiones personales: “¿Cómo estás?, ¿Cómo te va la vida?”, le preguntó.”¿Te arrepientes, volverías a hacer lo que has hecho?”. Y la respuesta fue que le va muy bien, que no se arrepiente, y que volvería a repetir. Habló de sus 37 años dedicados a la política, desde que era concejal en Pontevedra, aunque confesó que “ha habido momentos en que lo he pasado francamente mal”, pero se queda con lo bueno “lo malo se me olvida y así vives feliz”, dijo. Recordó anécdotas de cuando en Galicia se decidía si la capital era Santiago o Coruña, pero sobre todo se paró en sus dos etapas en el Gobierno, como miembro del gobierno Aznar y como presidente del Ejecutivo, sobre todo de esta última, para concluir: “No me arrepiento, lo repetiría, le quitaría alguna cosa, pero como van en el paquete...”, y la gente le volvió a aplaudir a rabiar.