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Cómo Puigdemont ha apartado a Pascal y tomado el mando del PDECat

La cuestión catalana

Las negociaciones en la asamblea transitaban por los pasillos pero sólo avanzaron con una llamada telefónica al president

PDeCat: Asamblea con últimas noticias de Marta Pascal, Puigdemont y Catalunya, en directo

“Hola presi”. Las negociaciones en la asamblea del PDECat transitaban por los pasillos pero sólo avanzaron con una llamada telefónica a Carles Puigdemont. Los intermediarios se enrocan en el reparto de cuotas de poder hasta que Albert Batet saca el teléfono del bolsillo, marca un número, conversa unos minutos y le pasa el teléfono al negociador por delegación de Marta Pascal. Francesc Sánchez no está en la dirección del PDECat pero es quien ha lidiado con los peores momentos de la antigua Convergència y el tránsito hacia el nuevo partido –registros policiales, defensa de cargos del partido y cambios de sede por embargo–, así que afronta el encargo como lo que es: una batalla por el poder.

Sánchez se levanta para que el resto de interlocutores no escuchen la conversación: “hola presi”, arranca. Batet y David Bonvehí esperan. No hay tensión entre ellos. Ambos formaban parte del grupo de Puigdemont en los escaños de la tropa convergente en el Parlament. Jóvenes alcaldes, alejados de la estructura convergente. De eso hace dos legislaturas. Ahora, Batet es la sombra alargada de Puigdemont en el Parlament, miembro numerario de todos los grupos de Signal en los que el expresident traza estrategias políticas, el depositario del voto de Puigdemont y de su incondicional amigo Jami Matamala. Bonvehí fue la primera apuesta de Puigdemont para ocupar la secretaría general del PDECat hace dos años, pero los equilibrios internos lo dejaron en secretario de organización y este fin de semana se convertirá en el presidente del partido que conduzca el tránsito hacia la Crida Nacional que ha ideado Puigdemont. Sánchez devuelve el teléfono a Batet. Sigue el veto a Pascal.

El contacto entre Puigdemont y Pascal es nulo desde que apoyó la moción de censura

No fue la única instantánea de la asamblea que evidencia en lo que se ha convertido el PDECat. A diferencia del congreso fundacional del 2016, la negociación no fue por familias, no hay hombres rótula como lo fue Jordi Xuclà o David Madí en los corrillos, sino frentes de batalla. Ayer, lo que se impuso es el uno para todos. Todos con Puigdemont y Puigdemont contra Pascal. A primera hora de la tarde la situación es insalvable. “No puede ser que la coordinadora general no tenga la confianza de Puigdemont. Y yo no la tengo”, se despidió Pascal acompañada por la dirección del PDECat y Xuclà y Carles Campuzano, entre otros. Pascal había contactado con históricos del partido y Mas para anunciarles su renuncia. La comunicación a Puigdemont se hizo por persona interpuesta. Mientras un grupo de asociados y la dirección despedía con aplausos a la coordinadora general, el nuevo mando operativo esperaba en el bar.

El “pacto de Lledoners” patrocinado por el expresident, los exconsellers presos Josep Rull, Jordi Turull y Joaquim Forn, y Lluís Puig, fue el arma letal contra Pascal. Se había forjado una unidad insólita en el espacio tradicional convergente con Batet como correa de transmisión del expresident ante los asociados. Hacía meses que el alcalde de Valls y portavoz de JxCat en el Parlament no participaba activamente en los órganos del partido, pero ayer por la tarde, con la acreditación de Puigdemont y Matamala colgando del cuello, Batet logró la práctica unanimidad en la comisión encargada del documento político al defender que el PDECat debe transitar sin complejos hacia la Crida de Puigdemont. Lo hizo recordando que Matamala y su padre fundaron CDC en Girona, elogiando la voluntad de suma del partido desaparecido y exhibiendo el abrazo de Rull y Turull en su última entrada en el Tribunal Supremo como herederos de esa tradición de pal de paller.

Rull, Turull y sus “espejos”, los consellers de Territori, Damià Calvet, e Interior, Miquel Buch, movilizados han sido una de las claves del éxito de Puigdemont en la asamblea. “No se puede ir contra un president y los consellers”, avisaban antiguos dirigentes en el pasillo del Palau de Congressos, sin esconder, no obstante, su incomodidad por las formas empleadas contra Pascal. El viernes por la mañana Pascal intentó un acuerdo con Rull en Lledoners, pero no fue suficiente.

A su autoridad política, los exconsellers suman ahora la autoridad moral que otorga la prisión. Desde que el Govern está en marcha, el entorno de Puigdemont ha descubierto que el rullismo funciona como un panzer, tanto en la conselleria de Territori como en el territorio, y que el turullismo les permite enlazar con figuras clásicas del partido y alimentar el relato de la transición hacia esa Crida que tanto ERC como la CUP rechazan.

La unión de Rull y Turull desde Lledoners, y sus “espejos”, Calvet y Buch, han sido claves

El otro elemento necesario fue Joan Ramon Casals y Moment Zero –con Jordi Cuminal i Mercè Homs también de visita en Lledoners esta semana–, encargados de agitar el partido en los últimos meses, con la asamblea programada y perspectivas de cambios en la dirección. Hubo reuniones previas entre Pascal y el alcalde de Molins de Rei con la intención de buscar un encaje del sector crítico en la cúpula de la formación pero Casals supo convertir su disposición a presentar una lista alternativa en el elemento de fuerza que le faltaba a la maniobra de Puigdemont con la Crida. Casals renunciaba a presentar candidatura a la secretaría general a cambio de que Pascal transigiera ante el expresident y los exconsellers con una dirección plana del partido con Bonvehí y Míriam Nogueras –una independiente que se enroló como diputada en el Congreso en el 2015– al frente y un equipo de 24 personas que represente todas las sensibilidades de la formación y que trabaje mano a mano con los exconsellers en prisión y sus “espejos” para forjar ese espacio de unidad del soberanismo que quiere ser la Crida.

La guinda fue la amenaza de Puigdemont de darse de baja del PDCat si Pascal seguía al frente. El argumento, según el entorno de Pascal, no pasa de su decisión de apoyar la moción de censura a Mariano Rajoy en contra del criterio de Puigdemont. El contacto entre ellos es inexistente desde hace semanas, las mismas que ha tardado Pascal en “darse cuenta de que hay un acuerdo por encima de ella”, sostiene el entorno del president.

“Esta asamblea no va de nombres”. “Esta asamblea acabará bien”. “Esta asamblea la gana Puigdemont”. Fue lo único que no auguró Pascal. Ella se va y Puigdemont intervendrá hoy en la clausura de la asamblea, con Mas como notario de un nuevo fracaso de refundación convergente, y Quim Torra de invitado especial. “Se ha logrado el acuerdo de Lledoners al 100%”.