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Narbona, la mujer que atravesó tres desiertos

Será presidenta del PSOE

Defensora de lo público y común

Cristina Narbona

Cristina Narbona ha sido siempre una persona comprometida. Es uno de los rasgos que mejor la definen. En ocasiones ha estado en segunda fila; ha sabido ceder el paso cuando el momento no era oportuno; e, incluso, ha atravesado tres “desiertos”: uno como oposición (gobernando el PP) y dos en la trastienda de su partido (embajadora en la OCDE y miembro del Consejo de Seguridad Nuclear). Pero siempre estaba allí…

Pero tal vez una de las características más singulares es su convicción de que uno de los principales problemas ambientales de España es precisamente la necesidad de tener una ciudadanía mejor informada, más crítica y más exigente con el poder público. Es así como puede avanzar un país. No es nada normal la capacidad de autocrítica de esta mujer. ¿Por qué? Sus dos padres fueron periodistas (de niño yo aún recuerdo las crónicas de Pedro Narbona, entrañable corresponsal de RNE, desde Roma, con aquella voz sabia, ronca, profunda), y seguramente eso explica que entienda el trabajo de la prensa. Muchos otros políticos creen, en cambio, que el periodista es “alguien que está conmigo o contra mí”.

Cristina Narbona lleva vinculada a la gestión pública en asuntos relacionados con el medio ambiente desde hace más de 20 años: desde que fuera la secretaria de Estado de Vivienda y Medio Ambiente, en la época de Josep Borrell como ministro.

Su paso por el Ministerio de Medio Ambiente permitió archivar el macrotrasvase del Ebro desde Catalunya hacia el levante y Almería

Su paso por el Ministerio de Medio Ambiente permitió archivar el plan del Gobierno Aznar que preveía efectuar un macrotrasvase del Ebro desde Catalunya hacia la Comunidad Valenciana y Almería, sustituido por un Plan Hidrológico Nacional (PHN) que puso énfasis en la construcción de desalinizadoras para evitar los graves impactos ambientales que hubiera ocasionado el trasvase en el delta del Ebro (salinización, subsidencia, regresión en el Delta…), y prevenir enfrentamientos entre comunidades.

Dejó atrás un legado legislativo y de gestión, algo inhabitual en un mundo político en el que los representantes públicos no suelen dejar huella; pasan por los asuntos de puntillas, sin ruido, sin ninguna obra que mostrar como balance. Dejó un grato recuerdo en sus colaboradores y una proyección internacional, como figura reconocida y relevante en las conferencias sobre cambio climático de la ONU (fue elegida como una de las personalidades mundiales más influyentes por la revista Time).

Fotografiada en una visita a Barcelona, en la calle Sant Pere Més Baix

Le tocó poner en marcha el protocolo de Kioto¸ apoyó decididamente la descontaminación del embalse de Flix (Ebro) y promovió la ley de Responsabilidad Ambiental, para evitar sucesos como el vertido que quedó impune en Aználcollar, cerca de Doñana. Desarrolló el deslinde territorial en la franja marítima para definir los espacios de dominio público (como desarrollo de la Ley de Costas), aunque la tarea de recuperar el uso público en la primera línea de mar quedó postergada y anulada con la llegada del PP, que legitimó las ocupaciones de suelo que estaban condenadas a su caducidad, con la nueva ley de Costas. El PP se empeñó en retorcer su obra como un calcetín.

Según las principales oenegés españolas: “Ha sido la mejor titular de Medio Ambiente que ha tenido España”

Igualmente elaboró una Estrategia para la Sostenibilidad de la Costa (2007), que se planteaba como objetivos la recuperación de zonas costeras explotadas y frenar la intensa masificación en el litoral para recuperar los espacios ocupados en primera línea de mar, aunque topó múltiples resistencias. Éste era un plan con vistas al futuro, de planificación urbanística; pero las denuncias de una población extranjera asentada en España (que vio amenazadas sus propiedades levantadas en zonas de dominio público) llegaron a las cancillerías europeas, que trasladaron su presión sobre el Gobierno de Zapatero y la vicepresidenta, María Teresa Fernández de la Vega.

Zapatero no resistió la presión exterior (como se vio luego también en otros asuntos), y Narbona “saltó” del Gobierno, y fue enviada como embajadora ante la OCDE, en donde, además, de representar a España, continuó sus estudios y su propia formación. Siempre atravesando el desierto. Las principales oenegés españolas consideran que “ha sido la mejor titular de Medio Ambiente que ha tenido España”.

Unida a Pedro Sánchez

La historia la ha unido a Pedro Sánchez. Al ser elegida como miembro del Consejo de Seguridad Nuclear, debió dejar su escaño, que ocupó precisamente Pedro Sánchez. Y siempre ha estado presente en el debate del PSOE, en donde ha sido crítica con sus carencias o con el sometimiento de algunos sectores a intereses económicos. Presidió la gestora de Madrid para hacer las paces en la mayor crisis de esta federación, dividida entre guerristas y acostistas.

Partidaria de la renovación, apoyó a Carmen Chacón y fue desde el primer momento fue una convencida de la honestidad y la valía de Pedro Sánchez, sobre el que ha ejercido cierta influencia. Siempre se la ha situado en un sector claramente antinuclear, enraizada en una izquierda que no descarta unir sus fuerzas con otras formaciones próximas.

Ahora también podrá dar aliento al reciclaje de un partido que ha ignorado los asuntos ambientales. Le motiva la idea de modernizar y situar a PSOE en la izquierda así como la convicción de que eso supondrá también acompañarlo para emprender una transición ecológica.

Cristina Narbona ha aceptado el encargo de presidir el PSOE de Pedro Sánchez