CDC señala a Pujol la puerta de salida y acelera el proceso de refundación
Crece el malestar por las lagunas de la confesión y las dudas sobre algunos hijos
El partido quiere que renuncie a la presidencia honorífica y al cargo de expresident
Soberanismo, valores sociales y transparencia, pilares de la nueva etapa
Encajado el primer impacto, durísimo, de la bomba que lanzó Jordi Pujol la tarde del día de Santiago en forma de comunicado con voluntad autoinculpatoria y pretensiones de expiación sobre el ocultamiento al fisco de una herencia familiar durante 34 años, el más completo estupor y una indisimulada indignación se extienden en Convergència. A la conmoción ante las revelaciones del padre fundador siguió la decepción y el dolor, mucho dolor: "Todos hemos crecido con Jordi Pujol, y Jordi Pujol nos ha engañado", se lamentaba ayer un alto dirigente del partido. Pero, a medida que pasan las horas, se impone la voluntad de abrir una nueva etapa y hacerlo con todas las consecuencias. Lo que incluye mostrarle la puerta de salida, esto es, indicarle que abandone todos sus cargos orgánicos e institucionales como último servicio al partido y quizás a sí mismo.
La "patacada" ("el trompazo"), como la definen en la cúpula de Convergència, es de las que hacen historia. Pasados los primeros momentos de cierta confusión, en que Artur Mas despachó como "asuntos privados" lo revelado por Pujol, ayer se imponía en CDC otra lectura, a su vez facilitada por la matización del actual president el sábado, al admitir que en el pasado se hicieron también cosas "muy malas": que la importancia histórica de la figura de Pujol le exige asumir las máximas responsabilidades en esta hora.
Puede parecer obvio, pero CDC de ningún modo se ha sentido satisfecha con las explicaciones públicas que dio Pujol el viernes mediante un comunicado salpicado de lagunas sobre la gestión que ha realizado su familia de una herencia de su padre, depositada durante tres décadas y media en Andorra. Un malestar -y una herida quizás ya irreparable- al que no son ajenas las sombras judiciales que se ciernen sobre algunos hijos del president, cuyas actividades están siendo investigadas por la judicatura y la policía. Un horizonte tan incierto como inquietante.
Tampoco es ajeno a la reacción de la cúpula convergente el momento político crucial para el futuro de CDC -y de CiU (consta la desolación en el partido de Josep A. Duran Lleida ante los hechos)- en que Jordi Pujol ha decidido enfrentarse a la aciaga verdad. Fue el mismo día que Mas señalaba a Josep Rull como nuevo número dos del partido en sustitución del hijo del expresident Oriol Pujol, que dimitió de la secretaría general tras 16 meses imputado en el caso de las ITV. Y en puertas de que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, reciba al presidente catalán en la Moncloa, el miércoles que viene. Se trata de un encuentro crucial en la perspectiva de los acontecimientos que a la vuelta de agosto jalonarán el proceso soberanista, que desde Madrid se ve severamente tocado. Aunque quizás se trata de un ejercicio de prospectiva algo precipitado -"el catalanismo es otra cosa", declaró ayer a Catalunya Ràdio el conseller de Cultura, Ferran Mascarell-, a nadie se le escapa que Jordi Pujol, que nunca se declaró independentista, se había convertido en un referente moral del soberanismo después de la sentencia del Constitucional que cercenó el Estatut. El mismo Pujol que designó a Artur Mas como su sucesor.
Por ello, y pasados los primeros momentos, la consigna que se extiende entre la cúpula de CDC es la de pasar página y actuar con toda la determinación que el momento requiere. "Catalunya está por encima de toda persona, por relevante que haya sido", afirmó ayer Rull, en la clausura de la escuela de verano de las juventudes del partido, la JNC. La presidenta de la organización, Marta Pascal, verbalizó lo que fuentes de CDC confirmaron posteriormente a La Vanguardia: que Jordi Pujol no sólo debe explicarse ante el partido sino replantearse su futuro en él. "Reivindicamos su legado, pero no podemos obviar que la circunstancia en que se encuentra requiere explicaciones y el replanteamiento de su futuro en el partido", señaló Pascal. La cúpula de CDC estudia la posibilidad de invitar formalmente a Pujol a "dar un paso atrás" y abandonar la presidencia de honor de la formación, Pero son muchas las voces en el partido que aún van más allá y defienden que también renuncie a su condición institucional de expresident, con todo lo que ello conlleva.
Por lo que respecta al futuro de CDC, la confesión de Pujol va a acelerar la hoja de ruta ya en marcha, bajo la batuta de Mas, que ha de conducir el partido a una refundación en toda regla para afrontar la decisiva etapa que se va a abrir en Catalunya, pase lo que pase el 9 de noviembre. Tres son los pilares sobre los que ha de pivotar ese relanzamiento de CDC: la adaptación de las estructuras y el proyecto político a la "transición nacional" de la autonomía a la soberanía, la actualización de los valores sociales que inspiraron su ideario fundacional y la regeneración democrática. Esta última se ha convertido en las últimas horas, dramáticamente, en algo más que una necesidad programática.