Los grupos antimascarillas y antivacunas de Australia
Lectores Corresponsales
El estado de Victoria es el único del país que ha sufrido una segunda ola del coronavirus y ha tenido que imponer multas por no hacer uso del cubre bocas
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El estado de Victoria es el único de Australia que sufrió una segunda ola del coronavirus, aunque actualmente comienza a contener el virus.
El resto de los estados australianos cerraron las fronteras internas con este estado a principios de julio, para evitar propagar el virus por el resto del país.
Esta estrategia ha dado resultado: mientras en Victoria se registró un máximo de 723 nuevos casos el 30 de julio, el resto de los estados por lo general no presentaron nuevos casos.
El gobierno de Victoria impuso a sus ciudadanos restricciones a la movilidad y la obligatoriedad de usar mascarillas o cubre bocas en espacios públicos. Estas medidas han empezado a dar resultado, ya que actualmente se están registrando menos de 80 casos nuevos por día.
La multa por no usar mascarilla es de $200 aud (124 euros)”
Otra consecuencia de esta restricción es el auge de grupos antimascarillas y antivacunas.
No es posible saber exactamente cuánta gente está opuesta al uso de mascarillas, pero hay evidencia de que los canales de social media como youtube y Facebook han aumentado la popularidad de teorías de la conspiración sobre el uso de mascarillas como una forma de control mental de la población por parte de los gobiernos.
La obligación de usar mascarillas no es para proteger a la persona que las usa, sino para proteger al resto de la población en caso de que esta persona esté infectada y no muestre síntomas, recomendado por la comunidad científica y médica.
Sin embargo, estos grupos consideran que el Gobierno viola el derecho a la libertad de las personas al obligarlas a usar las máscaras.
Uno de los líderes de estos grupos en Melbourne es Lizzy Rose, que filmó un vídeo viral defendiendo en una tienda su derecho a no usar mascarilla”
Curiosamente, en abril, ella misma pedía a sus seguidores usar máscaras, cuando en ese momento el gobierno de Melbourne no exigía usarlas.
Una muestra más de que muchos de los líderes de estos movimientos solo buscan ser populares en las redes sociales, sin importar el costo.
Para los seguidores de esos líderes, algunas horas viendo vídeos en youtube tienen más validez que la opinión de científicos que han dedicado la vida entera a estudiar un tópico en particular, validado por el consenso científico.
Algo similar sucede con las vacunas, numerosas noticias falsas circulan en las redes sociales sobre la inclusión de nanopartículas de Microsoft en las futuras vacunas anti Covid-19 para controlar a la población.
A finales de mayo, varios cientos de personas salieron a protestar contra las vacunas en Sydney”
Esta manifestación fue organizada por la rama australiana de la MMAMV (Millions March Against Mandatory Vaccinations) y no solo fue organizada para protestar sobre las vacunas, sino también sobre los peligros de la tecnología 5G y el rol de los gobiernos para contener el coronavirus, aprovechándose de la omnipresencia y ubicuidad de las noticias falsas con fuentes no verificadas que alimentan la paranoia y el miedo.
Ahora más que nunca, se están sembrando entre el público semillas de desconfianza y escepticismo en la ciencia y la medicina.
Los sesgos cognitivos, que ocurren con frecuencia cuando una persona no tiene suficiente información, o tiene emociones muy fuertes relacionadas con una decisión compleja, provoca que gente sin ningún conocimiento de la medicina o la ciencia defienda argumentos totalmente erróneos, basándose muchas veces en estudios científicos no avalados por el consenso científico.
Un ejemplo es el estudio del Dr Andrew Wakefiled de 1998 que mostró erróneamente una relación entre el autismo y la vacunación, estudio que fue refutado por la comunidad científica por graves errores en la toma de datos y por conflictos de intereses, ya que el propio Wakefield solicito una patenta para una vacuna alternativa contra el sarampión en 1997. A pesar de que el estudio fue retractado públicamente, las tasas de vacunación se desplomaron en el primer mundo.
La ciencia no es absoluta, ni autoritaria ni dogmática. Todo el conocimiento científico está constantemente sujeto a revisión, estudio y modificación.
Pero hoy en día la ciencia sufre un ataque desde varios sectores, inclusive de gobiernos, sobre todo en el área del cambio climático”
Con la excusa del coronavirus se relajan las restricciones a la contaminación para las empresas, ignorando la recomendación de la ciencia para aumentar la protección ambiental y evitar el cambio climático.
En particular, el gobierno de Estados Unidos decretó la reducción “temporaria” del control de las leyes anticontaminación por parte de la EPA (Agencia de Proteccion Ambiental).
Y el gobierno de Australia envió esta semana un proyecto al Parlamento para cambiar la ley de Protección Ambiental y Conservación de la Biodiversidad (Environment Protection and Biodiversity Conservation Act).
Según varios grupos ecologistas, los cambios reducen la protección ambiental, y provocaran un declive aun mayor de la fauna autóctona.
Australia ostenta la tasa más alta de extinción de mamíferos del mundo, debido a la inacción de los gobiernos para proteger el medio ambiente y salvar especies en peligro de extinción”
Sin duda, la mejor defensa contra las falsas noticias y los líderes populistas es tener una población con un alto grado de educación.
Obviamente estos gobiernos no están interesados en educar la población, ya que si así fuera varios de los líderes mundiales actuales no habrían sido elegidos.