La emoción se impone a la razón en Brasil

Lectores Corresponsales

La política ultraconservadora personificada por el presidente Jair Bolsonaro silencia a los conservadores más moderados y se aprovecha de los mensajes del miedo

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Tres mujeres levantan carteles en Buenos Aires durante una manifestación que rechaza la presencia en Argentina del presidente brasileño, Jair Bolsonaro.

Juan Ignacio Roncoroni / EFE

Vivimos en la era del conocimiento, de la razón, del progreso tecnológico y, sin embargo, parece que la política está, más que nunca, influenciada por las pasiones. Ya señaló Erasmo de Rotterdam, en el siglo XVI, que “no hay espacio para la razón allí donde todo sigue el dictado de las pasiones”. Y cuando esas emociones dominan la política la tendencia es a la polaridad. Y aquí en Brasil es algo que se está viendo de una forma muy clara.

La emoción produce una respuesta impulsiva, no racional y, por tanto, difícilmente controlable. Y una vez realizado esa respuesta utilizamos la razón para justificarla. La principal emoción que modula la conducta humana es el miedo. Un miedo que nos conduce a unas respuestas de colapso, huida o pelea. Una pelea que por naturaleza estará cargada de ira, ya que nos permitirá optimizar nuestros recursos de defensa. O una huida que evitará cualquier conflicto.

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Protesta en Sao Paulo (Brasil) para defender la educación pública ante el bloqueo de fondos anunciado por el Gobierno de Jair Bolsonaro. EFE/Fernando Bizerra Jr

Fernando Bizerra Jr / EFE

Hay un curioso trabajo de Kanai R. y otros sobre las orientaciones políticas de jóvenes relacionado con las estructuras cerebrales, realizado algunos años antes de la aparición de estos movimientos de extrema derecha. Y viene a señalar que los progresistas presentan una activación mayor en la corteza cingulada anterior que ayuda a procesar información compleja y relacionada. Y los conservadores presentan una amígdala derecha anterior de mayor tamaño. Una estructura que se activa en la elaboración de las respuestas emocionales.

El estudio

Los conservadores

Los conservadores tienden a ser más concretos, jerárquicos, tradicionales, pueden llegar a ser autoritarios, producen mayor cohesión social y pueden descartar evidencias que contradigan su ideología. Personifican la seguridad, la autoafirmación y la continuidad. Al tener la amígdala derecha más desarrollada son más susceptibles de sentir temor porque la percepción de la amenaza es mayor. Al no tener la corteza anterior cingulada tan desarrollada les resulta más difícil mantener el equilibrio interno sin adherirse a respuestas ideológicas simples. Normalmente suelen tener respuestas sencillas y eficientes pero también pueden estar alejados de la realidad porque su único objetivo es resistirse a los cambios sociales y mantenerse en el orden social ya establecido, sin cuestionarlo. Y en el caso de ponerlo en peligro su miedo le puede llevar a una actitud autoritaria para preservarlo.

Paradójicamente parece que estos movimientos de extrema derecha que tanto miedo dan están alimentados por su propio miedo. Ellos son muy susceptibles a esa emoción y reaccionan rápidamente a ella.

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Jair Bolsonaro pasando revista a militares en Sao Paulo.

Handout / Reuters

La pregunta es, ¿A qué tienen miedo cuando es obvio que parece que no tienen miedo a nadie? Porque resulta difícil explicar esa visceralidad tan radical para eliminar propuestas que simplemente van en contra de sus creencias. Ese ataque de ira, de odio, solo se debería dar cuando se percibe un riesgo real para su integridad y, por lo tanto, se activa la respuesta emocional del miedo. Una persona con miedo puede colapsar, huir o bien atacar. Solo pensará en atacar cuando se sienta respaldado y, por lo tanto, protegido.

Lo que resulta increíble es que estos movimientos utilizan un tipo de ingeniería emocional para movilizar, organizar y canalizar la expresión de un grupo de personas desde una perspectiva inventada o cuanto menos manipulada.

Así es como muchos conservadores de repente se vuelven populistas porque su “líder” carismático, consigue activar la estructura emocional de su cerebro. Afortunadamente disfrutamos una de las épocas más prósperas y seguras que jamás hemos vivido, entonces, ¿cómo vamos a justificar la necesidad de un poder autoritario cuando ya sabemos lo que es vivir con cierta libertad? Se necesitan unos contenidos dirigidos directamente a la emoción, evitando en lo posible la razón.

Estrategia

La utilización del miedo

Para movilizar emocionalmente cuando no se dan las circunstancias reales de riesgo es necesario crear argumentos que dibujen un mapa emocional activador de las conductas del miedo y proporcionar un apoyo y protección que ayude a la producción de la respuesta de ataque para defenderse. Así se fabrican unos contenidos que producen sensaciones de miedo dirigidos directamente a nuestros miedos. Como los neurocientíficos defienden, el cerebro no diferencia lo real de lo imaginario y además está desarrollado para darle sentido, más que explicación, a la vida. Así, si no hay una razón real para sentir miedo, se puede inventar seleccionando dentro de un amplio catálogo, y después la justificará, aunque para ello deban de renunciar a parte de sus derechos.

Una vez señalada una amenaza (inmigración, islam, comunistas, pérdida de la identidad cultural, pérdida de los valores tradicionales, etc) se produce una reacción a ese miedo que, con el debido apoyo del líder, se pude fácilmente reorientar hacia la rabia y el odio. Y el mercado de amenazas es tan diverso como queramos imaginar.

Por eso estos movimientos, y en especial aquí en Brasil, hablan y actúan para mantener activados emocionalmente a sus fieles porque a estos solo los mueve el miedo. La razón cae bien lejos y además muy mal porque la tendencia de la razón es mostrar la verdad que ellos mismos no quieren ver.

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Las voces de rechazo a Bolsonaro se hacen sentir cuando el presidente brasileño viaja fura del país, como en Argentina.

Natalia Kidd / EFE

Paradójicamente esta nueva onda conservadora ultra pasa a ser vista como revolucionaria. Víctimas de su odio usan el victimismo para preservar un ideal poco claro de orden social superior, aunque no dudan en atacar a las verdaderas víctimas amenazadas. Pero… ¿Dónde están los conservadores que se caracterizan por la prudencia y que se sienten, cuanto menos, incómodos con las propuestas del presidente que suponen unos cambios tan radicales?, ¿Dónde están los que ven como una economía ultraliberal va a poner en venta todo el patrimonio del país? ¿Dónde están aquellos que no quieren manifestar su disconformidad con algunas medidas de forma abierta por miedo a ser señalado como traidor?

El enemigo

El caso Kim Kataguiri

Estos conservadores moderados se han mimetizado con razón. Su miedo a este populismo radical de derechas los ha llevado a esconderse para huir a la confrontación con los que comparten la ideología. Porque para éstos, todos los que se sitúen a la izquierda de la extrema derecha son comunistas. Así se lo hicieron saber al líder liberal del Movimiento Brasil Libre, y hoy diputado federal, Kim Kataguiri, que fue uno de los que organizó las protestas contra la política de Dilma Roussef, que finalmente fue destituida como presidenta. Este diputado liberal se negó a participar de una movilización a favor del gobierno que quería presionar al Congreso, porque nunca va a cuestionar la democracia. Por lo que fue acusado de comunista.

Muchos conservadores moderados vieron la oportunidad de reivindicar el orgullo de ser conservador, de superar el miedo a expresarlo públicamente, pero ahora están a bordo de un caballo desbocado que nadie sabe muy bien cómo va a acabar. Ellos mismo deberían sentirse incómodos ate tanta falta de prudencia, tanta indefinición y tanta improvisación. Y ante la posibilidad de la venta de patrimonio y riqueza nacional sin saber qué va a suponer eso.

Pensar y racionar antes de dejarse llevar por las pasiones o la visceralidad siempre ha estado más relacionado con el pensamiento conservador. Pero a los moderados no se les oye ni se les ve. El miedo los ha llevado a no posicionarse de forma abierta porque ahora si no estás a favor, estás en contra. No hay escala de grises.

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Miles de estudiantes protestan contra los recortes en la educación brasileña.

Fabio Motta / EFE

Sin embargo, nadie se pregunta cómo puede ser que unos movimientos tan conservadores y que quieren retroceder en el tiempo en relación a derechos y libertades individuales, por el contrario, son extremadamente liberales cuando se habla sobre el aspecto económico. Resulta un oxímoron.

Alguien podría preguntarse si estos movimientos de la extrema derecha que representan el más absoluto conservadurismo tienen algún vínculo con la economía liberal que representa en cierta manera una visión opuesta de la vida.

En un tiempo de excesiva emocionalidad, de miedo, debemos apelar más que nunca a la razón. La democracia trata de un diálogo sin miedos a decir lo que se piensa. Respetar la opinión de tu adversario sin convertirlo en tu enemigo. Cuando alguien tiene miedo o intranquilidad eso afecta a la calidad de la democracia. En un sistema autoritario no se puede apelar al diálogo. Si la fuerza y la intimidación sustituyen al diálogo, no podemos hablar de democracia plena aunque se haya votado.

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