El auge de la extrema derecha en el mundo, si bien tiene sus particularidades, parece que sigue un mismo patrón. En Brasil, Jair Bolsonaro, un político que llevaba unos 30 años de diputado, que se presentó como el símbolo antisistema, aunque siempre vivió de él y al cual siempre se le consideró como de ideas tan extremistas que nunca supondría un verdadero problema para una futura candidatura a presidente, de repente y sin que nadie lo viera venir, se convirtió en presidente.
Cuando presentó su idea de presentarse a la candidatura de presidente, el mundo político no se le tomó en serio por sus ideas extremistas. No tenía partido y tuvo serias dificultades para encajarse en uno que aceptara sus ideas.
Al final, un pequeño partido le dio cobijo y a partir de ahí creció y creció sin que nadie, por muy experto que fuese, supiese darle una explicación.
Asalto al poder
Aprovechar las oportunidades
Hoy en día, Brasil tiene como presidente a un político que hace bien poco tenía una mínima representación de voto y eso se debe a que, a diferencia de los partidos políticos, estos movimientos populistas tienen una capacidad de captación de voto en un espectro más amplio de sociedad.
Aquí en Brasil son muchos los que en las anteriores elecciones votaron al PT (digamos la izquierda) y en estas elecciones votaron por la extrema derecha. ¿Cómo es posible ese cambio tan radical?
Los políticos y los populistas son dos ideas diferentes. Los primeros se deben a unas reglas del juego político más o menos aceptadas y los segundos crean su propia regla universal: “No hay reglas”.
El uso y abuso de las mentiras y fake news para manipular desde el engaño las intenciones de voto van a ser una prueba importante para ver hacia dónde vamos a evolucionar como sociedad. Y en ese tema, la reformulación de los medios de comunicación debe de ser fundamental y rápida. Porque esas mentiras ya están aquí y parece que solo es el principio.
Fake news
Gracias a las redes sociales
El día de la toma de posesión del presidente de Brasil, todos sus seguidores más fieles coreaban el nombre de Whatsapp y Facebook, porque estas plataformas les permitieron ganar las elecciones evitando los medios de comunicación tradicionales, pudiendo así atacar a sus oponentes y exponer sus ideas, a base de mentiras y con total impunidad.
Y ellos saben muy bien que necesitan de esas mentiras para poder ganar aunque sea a base de manipulación y engaño y no tienen pudor en hacerlo. Porque por encima de las propuestas de gobierno, están sus ideas de lo que para ellos debe ser la sociedad.
Saben muy bien que en unos medios de comunicación oficiales les sería más difícil porque ahí hay alguien que se debe de responsabilizar cuando se comprueba que ha habido un engaño.
Estos movimientos de extrema derecha modernos se han reformado, para mostrarse como la alternativa a un sistema enfermo, cuando ellos son parte fundamental de esa enfermedad. Tienen claras las ideas morales en las que se debe de basar la vida y pretenden implantarlas a costa de subyugar a todo aquel que no las comparta y de someter un sistema democrático que no las soportaría.
Ideas
Generalización y método
Si analizamos las propuestas de estos partidos, el peligro está en que cualquiera, repito, cualquier persona podría estar de acuerdo en algún punto que ellos proponen. ¿O nadie apoyaría una lucha contra la corrupción, o contra la inseguridad ciudadana o a favor de la familia– Ellos defienden eso y cualquiera lo defendería si no fuese porque no se comparte el método de aplicarlos ni tampoco otras ideas que permanecen más en segundo plano, pero que definen mucho mejor sus ideales.
Puede que no pase lo mismo en España con Vox, pero los principios son alarmantemente parecidos y puede que tanto PP como C’s y, por otro lado, el bloque independentista estén subestimando la capacidad de la extrema derecha, contribuyendo a la sensación de que el sistema político está superado, que es de donde ellos se nutren.
Y aquí en Brasil ese error le ha pasado factura a los dos grandes partidos de la derecha tradicional. Cuando una persona se desencanta del sistema político, tiende a institucionalizar sus errores e incluso a perdonarlos.
Hay una frase en Brasil que dice “Roba pero hace”, donde en apenas tres palabras se percibe la impotencia, la resignación, la pérdida de esperanza por el cambio, la institucionalización del delito y la connivencia. Deja de confiar en lo que ve y basa sus elecciones en lo que siente y esa manipulación emocional, si se consigue, es difícil de rebatir, porque no acepta un razonamiento.
Invisibilidad
Castigo a los pobres y a las minorías
Llevamos más de un mes de gobierno de extrema derecha en Brasil y mucha gente ni siquiera lo ha notado. Yo mismo sería uno de ellos si no fuese porque tienes que mirar hacia otro lado para no ver que los cambios o las intenciones de cambio van a afectar gravemente a los derechos de las minorías, de los más pobres o de las mujeres, en primer lugar y posteriormente en la ideología de vida de una sociedad.
¿Esto que pasa en Brasil se puede repetir en España? Por lo que se está viendo, a los políticos les interesa volverse más populistas, los medios cada vez prescinden más de la información para formar más opinión y la sociedad está cada vez más emocionalmente alterada y polarizada.
Por lo que las condiciones, salvando las enormes diferencias, están presentes también en España para que se dé un caso como el de Brasil.