Noraduz (o Noratus) es uno de los lugares más fascinantes y singulares de cuantos se pueden visitar en Armenia.
Allí sobrevive casi un millar de cruces de piedra (khachkars) de la época medieval. Se trata de la concentración de mayor importancia y tamaño con los elementos escultóricos más emblemáticos de los armenios.
Vista general de parte del complejo medieval de Noraduz.
Sobre todo tras la destrucción a propósito de Julfa en Nachijevin (un enclave azerí dentro de Armenia) por orden de los mandatarios de la vecina Azerbaiyán.
Ovejas pastando entre el legado de Noraduz.
De ahí que Noraduz sea una maravilla de características únicas que, sorprendentemente, no recibe ni la décima parte de los visitantes que el lugar merece.
Detalle de un elemento funerario de Noraduz.
Aunque esto el viajero, gustoso de vivir rincones de este tipo “en solitario” tiende a agradecerlo más que a lamentarlo.
Noraduz se remonta a la época medieval.
Paseando entre khachkars y tumbas también labradas (en las que se adivina la profesión del personaje allí enterrado), con los líquenes avejentando su piel de piedra, resultaba muy fácil hacerse partícipe y testigo de un paisaje histórico y cultural realmente excepcional.
Escultura funeraria de Noraduz.
Aquellos parecían enormes libros abiertos sin una sola página repetida.
Cruces de piedra de Noraduz.
Cada estela era una obra única dentro de un improvisado museo al aire libre donde sólo contábamos con la compañía del viento y de nuestros propios pies hundiéndose en la hierba humedecida por las lluvias de la noche anterior.
Una habitante local de Noraduz pasa junto al bosque de cruces de piedra con el ganado.
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