Ha fallecido Benedicto XVI, el papa emérito de nuestra modernidad. Cuando salió elegido se presentó como “un humilde trabajador de la viña del Señor”. Y así podríamos decir que vivió, defendiendo la fe aun en contra de su popularidad. Son muchos quienes, habiéndole conocido, coinciden en que era una persona discreta, modesta, accesible, humilde. Tenía mucha paciencia y escuchaba a toda persona que quisiera darle su parecer aunque fueran jóvenes y sin experiencia. Según Peter Seewald, un periodista que le entrevistó en numerosas ocasiones, demostró que la religión y la ciencia, la fe y la razón no son opuestas.
Fue un gran teólogo reconocido por una extensísima y profunda obra de gran calado doctrinal y moral. Benedicto XVI sufrió acusaciones injustas, contradicciones importantes por parte de la misma Iglesia alemana. Cuando me pregunto qué seleccionar de entre sus palabras, acudo a su testamento espiritual: “Manténganse firmes en la fe. No se dejen confundir”.
Cristina Casals Massó
Suscriptora Esplugues de Llobr.