Andar tranquilas

Son las nueve de la noche y voy en dirección al coche, como cada martes y cada jueves, después de mi clase de defensa personal. Un sentimiento de inseguridad empieza a crecer en mi interior. ¿Por qué? No tengo respuesta. Veo una persona. Acelero el paso. ¿Por qué? Sigo sin tener respuesta.

Llamo a mi pareja, solo por tener la sensación de seguridad. Al mismo tiempo, pienso: qué tontería, si para dos minutos que tengo que andar no es necesario llamar. ¿Por qué? Sigo sin saber. Llego al coche. Cuelgo. Cierro el pestillo. Rabiosa por ese sentimiento de inseguridad que está arraigado en la sociedad. Necesitamos que la so­ciedad comprenda que las mujeres tenemos derecho a vivir libremente y sin miedo.

¿Algún día podremos andar por la calle tranquilas?

Marina Montosa Silvestre

Rubí

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