Los escándalos que afectan a la izquierda se viven en la red —que no canal red— con una especial aspereza. Tanto internamente entre las distintas facciones, más a la greña que nunca desde la ruptura Podemos-Sumar, como externamente. La (ultra)derecha, tan bien asentada en la red de Musk, disfruta como un gorrino en el barro cuando aparecen. Menudo banquete se dan. Y es que el último caso, las informaciones que salpican al exdirigente de Podemos, Juan Carlos Monedero, incluso resulta embarazoso para el más acostumbrado a las escaramuzas digitales. Es tan enrevesado, hay tantas familias, endogamias, odios fraternales y cuentas pendientes entre políticos, periodistas y demás entorno que uno se pierde hasta el punto de tirar la toalla sobre por dónde van los tiros. Son necesarias dos carreras y un máster, por ejemplo en la Complutense, para entender el sarao.
Entonces aquí lo que ha ocurrido es que, en una situación que recuerda la de Íñigo Errejón —y esto es importante—, han aparecido unas acusaciones de agresión sexual contra Monedero, unos hechos que habrían ocurrido en 2023. Tras la confusión habitual en estos casos, Podemos anuncia que ya había apartado a su fundador al conocer la situación y presume de buen hacer en estos casos, pero la cosa se agrava cuando sale a la luz que en realidad el partido ya conocía actitudes parecidas desde 2016. Y Belarra lo niega. Además, el denunciado niega a su vez todas las acusaciones y pide claridad a su partido. Un buen embrollo.
Pues bien, si las tendencias en X fueran sencillos musicales, se podría decir que Monedero ha sido top 1 indiscutible en las listas durante varias jornadas, solo eclipsado por el sempiterno fútbol, el estado de salud del Papa Francisco y los ultras de la convención de Washington. Por cierto, lo mismo ocurrió con Errejón a finales de octubre, cuando publicó su famosa carta de renuncia. Bueno, en esa ocasión el debate público todavía fue más intenso. ¿Por qué será que los casos de la izquierda se vuelven virales y otros no? En todo caso, repetición de la jugada en la arena digital y veremos si se sigue el camino de los tribunales esta vez.
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Así pues, empezó la facción más derechista de la red, con mofas a la formación morada y críticas recalcitrantes al feminismo. Rápidamente, Podemos se convierte en Follemos, en un ingenioso juego de palabras que quiere presentar a los dirigentes masculinos del partido como unos depredadores sexuales, y a las líderes femeninas —los ataques se dirigen sobre todo contra Irene Montero y Ione Belarra— en unas cínicas e hipócritas por la defensa de un feminismo que, según estas cuentas, es a conveniencia. Es recurrente, por ejemplo, sacar a relucir el caso de Jenni Hermoso y el “piquito” de Rubiales para compararlo con los casos Errejón y Monedero, y denunciar una supuesta doble vara de medir.
En el apartado del escarnio público aparecen imágenes de Monedero junto a varias mujeres más jóvenes que él, y destaca el viral de un viejo gag del grupo humorístico Pantomima Full, en el que se preguntaban porque el dirigente podemista aparecía siempre en las fotos con cara de seductor empedernido. “Una princesa para Monedero”, bromean ante David Broncano. El vídeo es de 2018, pero visto ahora, y dado el contexto, resulta doloroso.
Las tendencias en la red han ido siguiendo la retahíla de informaciones y contrainformaciones de estos días y se entrevé, dicho desde la lejanía, que algunos se han tomado el caso Monedero como la venganza por el caso Errejón. Por los dos lados. Así, si un periodista aparece con una nueva noticia que denuncia contradicciones en la actuación del partido, se le detecta como de la facción rival y aparecen muchas cuentas a reprochárselo y a hablar de bulos.
Una de las que más ira recibe es la exmilitante Raquel Ogando, que es la que ha filtrado los audios que demostrarían que el partido ya sabía de la conducta de Monedero antes de lo expresado. En una carta posterior, también publicada en la red, parece matizar sus acusaciones, pedirle perdón a Monedero y asegura que su objetivo era “ponerle fin al terrorismo inquisitorial de Podemos ha estado llevando a cabo en nombre del feminismo”. Los usuarios pro morados lo interpretan como la vendetta de los errejonistas y como la prueba de que todo son falsedades mediáticas.
Hay que reconocerle a Podemos que su maquinaria en la red sigue siendo activa. Y además, muy beligerante, porque, como dice uno de ellos, esto es una “guerra desigual sobre un campo minado por un enemigo a diestro y siniestro, tan superior en recursos como infame, miserable y rastrero”. Queda claro: el enemigo no solo es la derecha.
A gran velocidad, el hashtag #YovotoaPodemos se hace viral el sábado y eclipsa el resto de mensajes. La idea es fortalecer los logros del partido frente a aquellos que quieren poner el foco en otra parte: hacer suya la jornada laboral de 35 horas o la subida del SMI, entre otros. Se trata además de ensalzar la dupla Montero-Belarra —Iglesias, totalmente en segundo plano—. Y una consigna: cuando un caso de violencia sexual afecta a un dirigente de Vox, no se habla de ello, dicen; cuando se trata de Monedero, los medios van a por nosotros. Echenique agradece a la militancia la demostración de fuerza en X. La red sigue siendo la mejor trinchera.