El todopoderoso Miguel Ángel Rodríguez se confiesa en su perfil de X “entristecido” por el “cada vez más bajo nivel de la vida pública española”. La melancolía digital es tendencia recurrente entre las cuentas de derechas en las que se despachan visiones alternativas de la realidad. El jefe de gabinete de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, reparte carnets de idoneidad política y bulos con total impunidad pública y judicial. El último, sobre el testimonio de la hija de una fallecida en una residencia durante la pandemia que aparecía en el programa Lo de Évole, en La Sexta. Jordi Évole conmemoraba los cinco años del inicio de la pandemia con una entrevista a Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, y MAR lo hacía tirando la piedra, escondiendo la mano y pa'lante.
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La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, conversa con su jefe de gabinete, Miguel Ángel Rodríguez (MAR), en una imagen de archivo
Tres mensajes consecutivos de Rodríguez pueden acabar en los tribunales para sustituir las decenas de querellas de los familiares de los fallecidos que juzgados de Madrid y el Tribunal Supremo han ido archivando. Los fallecidos en residencias madrileñas se han cifrado por diferentes fuentes en 7.291 personas. Las familias han buscado respuestas por todas las jurisdicciones y siempre han topado con el requerimiento de los jueces de probar si sus padres hubieran sobrevivido de haber sido hospitalizados.
A la espera de respuesta del Tribunal Constitucional, la alternativa pasa por la Audiencia Nacional. El tribunal instruye reclamaciones patrimoniales por daños y perjuicios presentados por hijos de ancianos muertos en residencias a los que nunca se trasladó a hospitales por los protocolos de triaje del Gobierno de Ayuso.
El tema incomoda en el Gobierno de Ayuso y, ante los testimonios publicados por Évole, el jefe de gabinete de la presidenta se lanzó el domingo por la noche a contraatacar en X. “Si nos dan su nombre, comprobaremos si es verdad y cuántas veces al año visitaban a sus familiares. No vaya a ser que es mentira”. Al rato, escribió: “Bien: ya tengo comprobado que la primera señora que sale no tenía a su madre en ninguna residencia de la Comunidad de Madrid. Vamos a ver el resto”.
Sorprende el acceso de MAR a esos datos un domingo por la noche y aún más que pretenda computar el valor de la muerte de unos padres en función de las visitas a la residencia, información que, en teoría, es reservada. Los controles de acceso a estas instalaciones son, para Rodríguez, medidores de buenos o malos hijos. La indignación ya corría en las redes, y es el siguiente mensaje el que certifica el descrédito del asesor político. “Confirmo que el primer testimonio del programa de Évole es la hija de una fallecida. Pido disculpas por el error”. La madre de la mujer cuyo testimonio descalificó falleció en una residencia de Getafe en abril del 2020, y ella participa de la última denuncia presentada por más de un centenar de familiares para que se investigue la actuación del Gobierno de Ayuso en las residencias. Los reproches a MAR saltan de las redes a la oposición política de la Asamblea de Madrid, pero él ya ha dado por zanjado el caso.
La impunidad campa a sus anchas cuando los cargos políticos se consideran ajenos a cualquier perjuicio que generan sus actos. Los de Javier Milei cuestan millones. Promocionó en sus redes sociales una criptomoneda y, ante la hecatombe financiera, se limitó a borrar el tuit y a otra cosa, dejando una retahíla de estafados. Miles de seguidores del presidente argentino invirtieron en $Libra, una memecoin creada tres minutos antes del mensaje de Milei. La cotización pasó en minutos de 0 a 4,7 dólares, el valor de $Libra alcanzó los 4.500 millones, pero repentinamente se retiraron 90 millones y la criptomoneda se derrumbó. Un rug pull, tirón de alfombra, en toda regla. Se infla un activo artificialmente, se atrae a inversores en masa y se huye con los fondos recaudados. El Gobierno argentino limitó el mensaje de Milei a un acto de buena fe. Como el de MAR...
Y es que nada es lo que parece. Se retuerce la realidad hasta no reconocerla. Ahí está Fernando Esteso, echando la vista atrás y asegurando en El Mundo que las películas que hizo durante la transición con Andrés Pajares eran “feministas” porque “no había desnudos ofensivos” y “no nos burlábamos de la figura femenina”. El reduccionismo en la España del destape cinematográfico no es solo cosa del actor. Emma Ozores, hija de Mariano Ozores, director de muchos de esos largometrajes, sostuvo el año pasado en TVE que “era todo muy tierno, era un señor yendo detrás de una chica en bragas y sujetador”; un “machismo no intencional”, según definición de Santiago Segura. “No lo vi venir”, confiesan en redes. Lo de MAR, Milei y Esteso…