Feliz San Pulpo

Catorce de febrero. En la calle, un hombre sostiene un ramo de flores como si fuera una granada sin detonar. Una mujer entra decidida a la pastelería, señala un corazón abizcochado y deja un billete sobre el mostrador. En mi bandeja de entrada, el correo de un supermercado con el asunto “Amor al primer bocado” y ofertas de vuelos baratos a Venecia y París, porque “El amor está en el aire”. En el restaurante, una pareja: la mujer frunce los labios; él, con las manos entrelazadas sobre la mesa, parece encomendarse a algo o a alguien. El camarero les deja la cuenta sobre el mantel. En la mesa contigua, una conversación:
“…el amor es un constructo”. Su interlocutora suelta un bufido y discrepa: “¿Ah, sí? Entonces ¿por qué deja cicatrices?”. El amor llega y desordena, como un terremoto entre los huesos. Algo así dice un poema de Safo.

Grilled octopus pan seared in olive oil, butter and garlic and garnished w/ scallions and Italian parsley & served with lemons. Classic Italian, American restaurant or French bistro entree or appetizer.

 

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La casilla de la agenda que me regalaron informa en tipografía roja: San Valentín. El café se enfría en la taza. En este día, los
“te quiero” suenan a imperativo kantiano.

El café se enfría en la taza; en este día, los “te quiero” suenan a imperativo kantiano

Cruje el celofán sobre flores que pronto estarán marchitas. Reservas de menús en honor de Eros a 75 euros el cubierto. En la cola del supermercado, hay quien apuesta por fresas con nata. En la prensa digital, un artículo revelador titulado “Catorce señales que confirman que estás enamorado”. El pragmático piensa que el amor es la mejor forma de pagar a medias la nevera.

Leo que, desde hace años, el acuario de Seattle organiza para el día de los Enamorados la “Cita a ciegas de pulpos”. Cientos de visitantes acuden para presenciar el ars amatoria entre dos cefaló­podos gigantes. Dieciséis tentáculos en plena acción, ¿qué puede salir mal?

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Marta Rebón
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Pues bien, un año no hubo química y la hembra mató al macho y se lo comió. En otra ocasión, la pasión se adelantó a la ­víspera: los pulpos, a lo Romeo y Julieta, consiguieron burlar la barrera de los tanques y se aparearon como si no hubiera un mañana. La cita a ciegas se can­celó.

En un callejón, Cupido se fuma un cigarrillo. No ve la hora de que sea sábado.

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