Esta última quincena de enero han coincidido dos actos que muestran las dos caras de la misma moneda: el Foro Mundial de Davos y la investidura de Trump. El foro de la ciudad suiza se organiza cada año en torno a un informe que expone cuáles son los principales riesgos a los que se enfrentan nuestras sociedades. Los más de 900 líderes mundiales (empresariales, gubernamentales, académicos...) que se han encuestado para realizarlo han coincidido en que tres de los cinco principales riesgos que amenazan al mundo a corto plazo tienen que ver, en diferente medida, con cierto uso de las nuevas tecnologías.
Dos de estos riesgos, la desinformación y la polarización social, están relacionados con el uso que algunos grupos han hecho de las redes sociales y la IA, herramientas que se encuentran en muy pocas manos y que ya se han convertido en imprescindibles para cualquier batalla de poder que tenga que pasar por la opinión pública. El tercero de esos riesgos es la ciberinseguridad, que abarca desde grandes robos y amenazas a infraestructuras críticas hasta los cada vez más masivos intentos de estafar a particulares.
Tres de las cinco mayores amenazas al mundo tienen que ver con las nuevas tecnologías
El mismo día que en la ciudad suiza comenzaban los debates, a casi siete mil kilómetros de distancia, en Washington, tenían lugar la investidura de Donald Trump y la famosa fotografía de los grandes magnates tecnológicos que asistieron: entre ellos, los responsables de X, Meta, Amazon, Apple, Google y OpenAI, es decir, Elon Musk, Mark Zuckerberg, Jeff Bezos, Tim Cook, Sundar Pichai y Sam Altman. Todos han pasado en pocos años de la oposición o el alejamiento de Trump a querer estar cerca de él.
He aquí la gran foto: mientras en Suiza se analizan los temas que generan más incertidumbres, en Washington, los propietarios y directivos de las empresas que más pueden incidir se dan codazos para entrar a formar parte del núcleo de poder de la primera potencia mundial.
De esta coincidencia ha salido una palabra que promete tener recorrido: la tecnocasta. Un nombre nuevo para una élite (oligarquía, según Joe Biden) que tiene entre manos proyectos que van mucho más allá de las redes y plataformas sociales que conocemos hasta ahora. Son proyectos que pretenden utilizar las nuevas tecnologías para cambiar desde la organización de los servicios de salud hasta los sistemas de defensa, pasando por el sector de los seguros, el del entretenimiento y el propio sistema bancario. Proyectos que explican, en gran medida, por qué quienes un día fueron jóvenes emprendedores, visionarios y disruptores, los herederos de los que iniciaban aventuras alocadas en garajes de California, ahora quieren estar cerca de un personaje como Donald Trump.