Mala memoria

Días antes de aparecer muy ufano y en primera fila en el acto de investidura de Donald Trump, Mark Zuckerberg fue entrevistado por Joe Rogan en su popular programa de podcast y dio un paso más en su desacomplejada manera de arrimarse al sol que más calienta. Aparte de algunas suculentas perlas sobre su deseo de recuperar una “cultura masculina más agresiva”, habló, una vez más, de la moderación de contenidos en Facebook: “Hace años, no me ocupaba mucho de la moderación de contenidos porque estaba concentrado en otros aspectos de mi negocio”, que es un poco como si una empresa admitiera haber lanzado un medicamento sin control de sus efectos adversos o un coche sin frenos. 

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Evelyn Hockstein / Reuters

Su postura actual, como sabemos, es la de despedir a moderadores y disculparse por haber ejercido lo que él llama “censura” y otros llamamos “mesura”. Pero esta supuesta moderación que ahora lamenta nunca existió más que de forma muy rudimentaria. Por eso ocurrió lo que ocurrió en Birmania o en Sri Lanka, por hablar solo de algunas masacres multitudinarias.

Zuckerberg ni se acuerda de las masacres que su red ha fomentado

Por el genocidio de Birmania, Zuckerberg fue llamado a comparecer ante el Senado. La ONU, diversas oenegés e incluso un informe independiente de la propia red social confirmaron la responsabilidad de Facebook en la difusión de los discursos de odio que acabaron con miles de vidas de la comunidad rohinyá. Zuckerberg también se disculpó entonces, en ese caso por la falta de moderadores, y dijo que haría lo posible por corregirla. 

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Tiempo después, varios periodistas de investigación trataron de colar en el sistema de anuncios de Facebook un texto idéntico al que había provocado la masacre: “Cazadlos, matadlos y enterradlos”. Fue aprobado por el anunciante sin problema alguno y en varios idiomas. Nada había cambiado.

Nunca ha habido voluntad de formar grandes equipos de moderadores. Ni hubo un verdadero propósito de controlar el algoritmo que fomenta la barbarie (es justo al revés: el sesgo del algoritmo favorece cada vez más los contenidos discriminatorios y extremistas). Ni siquiera lo hubo ni lo hay en Zuckerberg, que parecía el más moderado de los multimillonarios geek. Pero sigue disculpándose de una cosa y la contraria sin que se le mueva un rizo. De Birmania, no parece quedarle memoria alguna.

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