No es habitual que en un foro empresarial se vivan escenas de tensión como las de ayer. Fue lo ocurrido entre el presidente de Aena, Maurici Lucena, y el consejero delegado de Ryanair, Eddie Wilson, a raíz del recorte de operaciones de la aerolínea irlandesa en los aeropuertos regionales españoles.
Ryanair lo atribuyó al “monopolio de Aena” y Lucena no se mordió la lengua. Acusó a la aerolínea de “chantaje”, de usar argumentos “mendaces”, de faltar “al decoro” y de haber perdido la gracia.
A Wilson no le funcionó la broma de decir que “quizá han echado algo nuevo en el agua esta mañana”, ante un auditorio en silencio.
El contrapunto lo puso el consejero delegado de la portuguesa TAP, Luís Rodrigues, sentado entre ambos y dedicado a calmar los ánimos. Sus bromas sí gustaron al público. Se felicitó por hacer de barrera humana y, cuando se le pidió una idea final, dijo: “Quiero paz”. Suscitó el aplauso en la sala.
Lucena y Wilson se despidieron con una sonrisa y cogiéndose del hombro. Fuera de la sala, por separado, volvieron a cruzar acusaciones ante la prensa.