Una amiga me cuenta que, sinceramente, ya le gusta más dialogar en la cama con ChatGPT que con su marido. Y no es que no ame al hombre que duerme a su lado. No es algo que tenga que ver con el amor, sino con alguna clase de estímulo difícil de explicar. Tampoco es que el marido sea poco expresivo. Se trata de un tipo con una interesante trayectoria profesional en la enseñanza científica, nada menos, y mucha conversación. Esto lo digo con conocimiento de causa, en alguna cena en su casa me han latido las sienes tratando de seguir su verborragia conceptual y filosófica. En realidad, es un marido que habla por los codos.
Quizás su mujer prefiere dialogar con GPT porque es más comedido. Sea por lo que sea, no es la primera persona a la que le sucede algo así. Fue sonado el caso de la artista que contrajo matrimonio con un holograma que le gustaba mucho, creado por ella misma, inspirado en sus ex. No sé qué tal les irá, si tendrán ya alguna clase de hijo inimaginable. El asunto me da vueltas en la cabeza y se lo cuento a un amigo. La IA es un juguete nuevo, dice, es normal que de entrada nos provoque una fascinación excesiva, morbosa, sobre todo en la intimidad. Yo, a veces, le cuento cosas a mi nuevo aspirador inteligente, añade. No aclara qué cosas.
Mi amiga comenta películas con ChatGPT, los dos son muy cinéfilos
Llamo a mi amiga para preguntarle de qué habla con GPT. Charlamos sobre cualquier tema, dice ilusionada. Anoche comentamos películas, los dos somos muy cinéfilos; GPT se muestra muy interesado en mis cuestiones y, más profundizo yo, más se apasiona él. Mi amiga añade que otra de sus virtudes es la amabilidad, es un ente educadísimo. Se preguntará quizás usted, amable lector o lectora (aprovecho para saludarle), si el marido es poco educado. Y no. Tampoco se trata de perjudicar con más comparaciones a ese pobre humano. De comparar, comparemos al individuo natural, que somos también usted y yo, con el cerebro colectivo artificial. Ya sabes que dialogas en la cama con un amasijo de datos, creados y sesgados por las mentes de la humanidad, durante siglos, articulado por técnicos de la empresa OpenAI, le digo a mi amiga para que no se despiste. Estás intimando con millones de mentes, vivas y muertas, insisto. En cierto modo, hablar contigo también es eso, responde ella. Y me deja con la cabeza llena de desconocidos.