En este país –mejor dicho, en la política de este país– ocurren cosas maravillosas. Al decir del clásico, algunas harían “fablar las piedras”. Fíjense qué colección de rarezas deja la lectura de periódicos de solo un par de días, tampoco más.
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Carles Puigdemont y Pepe Álvarez, secretario general de UGT, reunidos en Waterloo hace unos días
En las Cortes de Castilla y León se consiguió que 31 votos fuesen más que 35, y así se aprobó lo que la mayoría de esa Cámara rechazó. Debe de ser la primera vez en la historia del parlamentarismo en que el voto de la minoría pesa más que el de la mayoría. A 200 kilómetros de tan sorprendente manejo matemático, un ministro reprende a un compañero por ser “portavoz de la patronal CEOE”. Como triunfó la tesis del ministro censurado, es lícito concluir que gobiernan los empresarios, y no los sindicatos, como pretende Yolanda Díaz. Y tampoco gobierna el PSOE, como dice a veces don Pedro Sánchez, ignoro con qué convicción.
Si Sánchez va a Waterloo a hacerse la prometida foto, tendrá indulgencia plenaria
Otros sucesos singulares son protagonizados por un ciudadano que se considera exiliado, pero mucha opinión publicada le llama prófugo o huido de la justicia. Pues pese a esa consideración, es el hombre más decisivo de España: el poder –habrá que decir supuesto– negocia con su partido en Suiza, y su residencia de Waterloo es el nuevo centro de peregrinación. Si Sánchez va a hacerse la prometida foto, tendrá indulgencia plenaria. Si no, será condenado al infierno de no aprobar ni una ley. Ese ilustre catalán tiene otro estímulo para presionar a Sánchez: que pague el precio de la investidura. Asombro en mi aldea de Lugo: ¿es que la investidura tuvo precio? ¿Es que se vendió la presidencia del gobierno? ¿Eso no fue tráfico de influencias?
Hace 70 años mandaba en España un dictador llamado Franco y tenía un ministro llamado Arburúa. El ministro pidió explicaciones por su cese, y el dictador se las dio: “Desengáñese, Arburúa, vienen a por nosotros”. Con el gobierno que más rentabiliza el recuerdo de Franco, María Jesús Montero le dice a Pedro Sánchez: “Sabemos, Pedro, que van a por ti”. No os asustéis: solo es plagio o pura casualidad.
No me extraña que España sea proclamada por Michael Reid como un magnífico país para vivir. Detalles como la pobreza infantil son alarmantes, pero tenemos la política más entretenida del mundo mundial. ¡Viva la anestesia! ¡Viva la España cañí!