De haberlo sabido, el domingo a mediodía me hubiese acercado a los cines Girona a ver Tú no eres yo –diría lo mismo si hubiesen echado Ben-Hur– en sesión exclusiva para nudistas. Ahora que hace fresquito, ¿acaso no apetece entrar en un cine, dejarse de abrigos, calcetines de lana y a disfrutar en cueros de la calefacción?

“Es una forma más de promover la desnudez con naturalidad, sin forzar”, ha argumentado Segimon Rovira, presidente de la Federación Naturista-Nudista de Catalunya, y candidato como la copa de un pino a una Creu de Sant Jordi cuya imposición visibilizaría la lucha de este colectivo selecto para que nadie se arrime en bañador a sus playas con la excusa plebeya de que son de todos.
Yo tampoco veo forzado lo de asistir desnudo a una sesión de cine en invierno
Yo, como Segimon Rovira, tampoco veo forzado lo de asistir desnudo a una sesión matinal de cine en invierno y espero que la iniciativa cuaje y tengamos proyecciones de noche en agosto porque vivo cerca de los Girona –¡con razón se llamaba Cine Moderno en mi niñez!– y así podría salir de casa ya desnudo, xino-xano y con la toalla de la playa por aquello de ahorrar en lavadora y acatar la norma de cubrir asiento y respaldo.
–¿Al cine, don Joaquín? ¿No repondrán por casualidad El planeta de los simios?
La sociedad no debería escandalizarse porque haya sesiones de cine nudistas, basta con que nos organicemos bien, no sea que algunos abuelos –vuelve por Navidad el canguro gratis– se hagan un lío y se confundan de sala con el nieto.
–Abuelo, ¿y esto que te cuelga?
–A tu madre ni mú... o le cuento que te he comprado algo dulce.
Al fin y al cabo, el nudismo ya se practica a oscuras hace tiempo con toda naturalidad en Barcelona y, sin ir más lejos, el Training Pedralbes –un antiguo gimnasio– tiene una gran cama con su pantalla gigante frente a la cual los espectadores imitan a los actores y hacen de todo salvo comer palomitas.
Todo lo que contribuya a normalizar el nudismo en invierno es progresista porque derriba tabús, elimina malentendidos y nos recuerda aquellos calendarios de señoras naturistas y naturales que felicitaban las Navidades con su gorrito de Papá Noel.