El espíritu de la época

FUTUROS IMPERFECTOS

El espíritu de la época
Consejero editorial

Fernando Aramburu, el autor de Patria, ha sido invitado a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara para presentar su última novela, El niño, y ha sido entrevistado por La Razón sobre los motivos por los cuales dejó de escribir su columna semanal en El País. De hecho, no se marchó del diario a la francesa, sino que lo explicó en su último artículo. El motivo era que había perdido la fe en sus columnas y que creía que no tenía gran cosa que aportar. Aramburu confesaba que había dejado de entender su época y que sus opiniones “se asemejaban cada vez más a un paraguas abierto en medio del huracán”. Pero detrás de esta sutil metáfora deslizaba su preocupación por la situación moral de España.

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Francisco Guasco / Efe

En Guadalajara, Aramburu ha sido más preciso al reconocer que son tiempos de redes sociales, trending topics y bulos, en los que es difícil alcanzar una filosofía vital basada en la serenidad y la conversación. El escritor ha desconectado de la actualidad, lo que considera que es relativamente fácil, aunque procura estar informado. Pero hace una definición descorazonadora de su incredulidad en la política: “Hoy en día, la política es la sustitución de la moral por la ideología”.

Aramburu dejó el columnismo porque la política ha sustituido la moral por la ideología

El columnista, en general, no renuncia a su ideología, pero intenta que los artículos transmitan un sentido moral, si bien es cierto que la política transita por los precipicios de la impudicia. En la recta final del mandato de Felipe González, la cruenta pelea fue replicada en los periódicos. Recuerdo un enfrentamiento entre Martín Prieto, que defendía a González, y Raúl del Pozo, que lo atacaba, diciendo que “no es que M.P. haya subido mucho, pero tampoco es preciso que caiga tan bajo”, a lo que este respondió que su colega había escrito una pieza de “periodismo de arrabal” y le calificaba de “columnista navajero con empaque de gañán pasado de resacas”.

El mal tono ahora se deja para las redes, y la prensa ofrece menos sobresaltos. Pero es una pena que una pluma como la de Aramburu nos haya abandonado. Habrá que combatir el espíritu de la época.

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