En un primer momento, las designaciones de Donald Trump para su gabinete parecen ocurrencias disparatadas y vengativas. Por supuesto que lo son, pero en todas ellas hay un mensaje demoledor. Pon a cualquiera porque cualquiera puede hacerlo. Es decir, si vamos a desmantelar el Estado, no contratemos a unos técnicos especialistas que procederán a un lento y sofisticado apagón de confianza en el Estado. Contratemos a un montón de Chip y Chop para que procedan a la demolición con ellos dentro y procedamos a la privatización de lo más rentable.
Da igual quién ostente el gabinete este o aquel porque cualquiera puede no hacer nada. Todo depende del Hombre Fuerte y sus decisiones a lo Tony Soprano o Tony Stark (elijan al sociópata que más les guste). Acabaremos eligiendo a nuestros representantes desde una plataforma digital. Las series han contaminado la política y los políticos acabarán siendo personajes sobre los que unos entes pseudohumanos –nosotros o trols rusos– decidiremos si este o aquel acaba temporada o capítulo. Los políticos –en su vanidad– ya juegan a eso –Sánchez, Aragonès, Ayuso, Iglesias– con resultados, a la vista está, dispares. Deberían contratar a menos guionistas iletrados y más lectores de Lucia Berlin.
¿Qué se necesita para ser presidente de una comunidad un día con emergencia hidrológica?
En Europa vamos unos minutos por detrás de ese echarnos unas risas y pongamos unos ministros de lo más descacharrantes. Pero estamos ahí. ¿Qué se necesita para ser presidente de una comunidad un día con emergencia hidrológica? ¿Liderazgo, responsabilidad, capacidad en la toma de decisiones? Saber almorzar durante tres horas en El Ventorro con una periodista a la que propones un puesto de trabajo. Y eso lo sabe hacer cualquiera. Ergo, cualquiera puede ser presidente de comunidad. O ministro. O eurodiputado. Y como el facherío ahora va con aquello de que solo el pueblo salva al pueblo –a mí que me salven los médicos y los policías, por favor–, ¿qué tal si lo desmontamos todo y que gobiernen unos que sepan lo que se debe hacer?
La selección negativa de los propios partidos no ha ayudado. Salvo raras excepciones, llegan a puestos de decisión los grises, serviles, dóciles y que no van al notario. Y luego exigimos que tomen decisiones difíciles, adultas y complicadas, cuando si lo hacen cambiamos de plataforma y de serie, y decimos que todo está mal y que irá a peor, menú de El Ventorro, aparte.