Los platos siguen sin caer

Los platos siguen sin caer
Director de La Vanguardia

Pedro Sánchez no ha tenido mucho tiempo para celebrar con algarabía su primer año de gobierno en esta nueva legislatura. A veces pienso que el presidente del Gobierno es como aquel camarero que lleva infinidad de platos en las manos y logra mantenerlos en equilibrio sin que se caigan al suelo y causen un estropicio. El aniversario de su toma de posesión fue el pasado domingo. Sánchez lo comenzó por la mañana, a las 9 h, en una reunión del comité de crisis por la DANA, y acabó viajando a Brasil para asistir a la cumbre del G-20. Entre sus múltiples ocupaciones, mientras con una mano negociaba con Ursula von der Leyen y otros mandatarios europeos la elección de los nuevos comisarios, y especialmente el nombramiento de Teresa Ribera, con la otra mano seguía la discusión del bloqueo de la reforma fiscal en el Congreso, que enfrentaba entre sí a todos sus socios y que ponía en un brete la legislatura. Y, por si esto no fuera suficiente, entremedias tenía que estar atento a las novedades judiciales diarias que le reportaba el caso que afecta a su esposa, Begoña Gómez.

Hace tiempo que la crónica política de Sánchez se resume en titulares como “Más difícil todavía”, “El circo de las tres pistas”
o “¿La resiliencia es infinita?”. Hay muchos enterradores que
llevan años pronosticando su caída y que el líder socialista no
podrá aguantar más en esta situación de provisionalidad. Pero él sigue. Ayer sacó adelante uno de los temas antes comentados: el PPE votará a favor de la candidatura de Ribera en Bruselas. Los populares españoles mantendrán su voto contrario, pero será algo testimonial.

El otro gran reto inminente será la votación de hoy en el Congreso, donde se discutirá todo el paquete de medidas que incluye el tributo a la banca o el impuesto energético que enfrenta, por un lado, a PNV y Junts, y por otro, a Sumar, Esquerra y EH Bildu. Los intereses y la ideología de cada partido son lógicos y más que respetables. El arte de la política es saber consensuar desde la diferencia, y anteponer los intereses generales a las tácticas particulares. Hoy saldremos de dudas y veremos si el camarero de la Moncloa sigue en pie con los platos danzando.

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