Collier como ejemplo

Jacob Collier actúa esta noche en el Sant Jordi Club de Barcelona. Este músico de sólo treinta años, de vestuario raro pero de un talento inenarrable tiene entra sus habilidades pedir al público que haga de coro en sus conciertos. Los entrena y consigue que unos espectadores que individualmente nos haría pasar vergüenza ajena en cualquier karaoke, en la suma del colectivo creen una armonía espectacular. Es el triunfo del colectivo, del grupo a partir de la dirección interpretativa que hace Collier.

Jacob Collier, en una imagen promocional

 

LV

En Valencia hemos vivido una sensación similar. A pesar del lógico pero cansino postureo habitual de lazos negros, fotos repetidas con corazones rotos y solidaridad de cartón piedra ha existido una sincera unión de la sociedad sólo trinchada por políticos de la cúpula habitual cuya principal misión en esta vida es ganar, lo de gobernar ya vendrá después. No podemos mezclarlos a todos porque hay decenas de alcaldes y alcaldesas de los pueblos, de todos los colores políticos, convertidos en defensores de su tierra.

La comunidad se ha preguntado: ¿Qué podemos hacer por esta pobre gente?

El 155 encubierto y pactado entre el gobierno español y Carlos Mazón (cada día que pasa con más rictus de cadáver político) ha vuelto a dejar a Feijoo y sus habituales mariachis con una deslealtad institucional desacertada ante la tragedia vivida. De ahí el error de la comitiva Bienvenido Mister Marshal 2.0 de ayer en Paipora que acabo con lucha de barro.

La suerte ha sido la solidaridad que ha perpetrado la sociedad. Sea en singular o en plural la comunidad se ha arremangado y ha preguntado: ¿Qué podemos hacer por esta pobre gente? Ante este desbocado ataque de la naturaleza del que aún no sabemos todas las afectaciones, la buena gente que vive en todas partes no ha desafinado. Como decía Homero: “Llevadera es la labor cuando muchos comparten la fatiga”.

Y del drama hay la lección de la acción popular. Gente de diversos lugares que están dando una lección de colectividad. Observad las redes del músico Jacob Collier como suena un grupo de anónimos y desconocidos con un idéntico objetivo. La mayoría seguro que no saben cantar pero, ante la dificultad, forman un coro inenarrable único. Como vemos en Valencia, donde no llegan los de arriba, por incompetencia o tacticismo, siempre aparece la solidaridad del pueblo. Una gran lección.

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