Sumar se divide aún más

Sumar se divide aún más
Director de La Vanguardia

De entrada, toda mi solidaridad con las mujeres que hayan podido ser maltratadas por Íñigo Errejón, y felicitarnos porque hoy se pueda conocer un caso así, a diferencia de otros similares que en el pasado quedaron impunes. La actuación del exdirigente de Podemos y Más País será investigada y juzgada por la policía. Lo realmente importante son las consecuencias políticas de su defenestración. Y es que no estamos ante el caso de un político más que tiene que dejar su actividad pública por una mala praxis. La caída en desgracia de Errejón llega en un pésimo momento para la confluencia de izquierdas de Sumar. El proyecto que ya hacía aguas, tanto por los malos resultados electorales cosechados como por las diferencias entre los partidos que lo conforman, ve ahora su futuro aún más amenazado.

Sumar no ha logrado ni atraer a Podemos a su órbita, ni tampoco propiciar su desaparición. Y el resto de partidos que forman parte de la confluencia han actuado de forma aislada hasta el extremo de que la líder del movimiento, Yolanda Díaz, decidió dejar la dirección de Sumar tras las elecciones europeas de junio para dedicarse exclusivamente a su trabajo como vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo. Díaz se sintió superada para reflotar el proyecto.

En este contexto, Errejón, como portavoz de Sumar en el Congreso, aparecía como una de las caras atractivas que podía ofrecer la formación en esta fase de tránsito. Con un Pablo Iglesias muy activo en tertulias y redes sociales y una Izquierda Unida que se reivindicaba con el nuevo liderazgo de Antonio Maíllo, existían muchas dudas sobre la viabilidad de futuro de la organización. Ahora todo será mucho más difícil.

Y, de rebote, la crisis salpica a Pedro Sánchez, que necesitaría que su socio de coalición no estuviera en una situación tan inestable. Los cuatro diputados de Podemos ya están en el grupo mixto y votan a su aire, y falta saber qué pueden hacer ahora los cinco de IU si esta crisis no se resuelve bien. La izquierda necesita reinventarse de nuevo y juntarse en un proyecto común, pero hay demasiados personalismos que lo impiden. Sumar está hoy más dividida que ayer.

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