¿Rebelión en la granja socialista?

Cuadernos del Sur

Entre las múltiples familias del PSOE, esa constelación de estirpes de naturaleza belicosa que, cíclicamente, libran sus guerras indígenas, los socialistas meridionales se asemejan mucho a los primitivos clanes judíos. Todos son hebreos, pero no lo son de idéntica forma. Por un lado están los centroeuropeos que hablan yiddish, conocidos por el nombre de asquenazíes; por otro, los insignes sefardíes, procedentes de la España del siglo XV, que todavía se expresan en el ilustre ladino. Y los judíos mizrajíes, que utilizan como lenguas distintos dialectos árabes

Nihil novum sub sole. En todas las religiones, especialmente dentro de las monoteístas, que exigen a su grey disciplina, como el ejército hace con los soldados, existen ramas, escuelas, distinciones. Los musulmanes se dividen entre suníes, chiíes e ibadíes. Los cristianos pueden ser católicos, protestantes, ortodoxos y coptos. No existe iglesia sin herejes ni creyentes que no mantengan disputas. En los partidos políticos –sobre todo si no ocupan el poder– ocurre exactamente lo mismo, como ya advirtiera (en frase célebre) Sir Winston Churchill.

Los socialistas llevan ya seis años adorando a una deidad única. El próximo congreso federal del PSOE en Sevilla, que según Pedro Sánchez debe ser una gran misa urbi et orbi que alumbre y santifique los próximos “mil días de batalla política”contra los Torquemadas de las dos derechas, va a dirimir la nueva ortodoxia del sanchismo. Que el concilio sea solemnis o se vea contaminado por elpathosatmosférico dependerá de cómo vaya evolucionandodurante las próximas semanas la grave cornada –con múltiples trayectorias– del caso Ábalos.

Todo indica que el exministro de Fomento es el cordero que se sacrificará a Yahvé. De hecho, su cuerpo (político) ya está dispuesto sobre el tabernáculo. Mucho más complejo es cómo pueda afectar la gran congregación de Sevilla a un partido que necesita recomponer con urgencia su mala situación en Andalucía. Los tímidos conatos de revuelta territoriales de Aragón, Castilla-La Mancha, Extremadura, Madrid o Castilla-León, elevan la dependencia orgánica del presidente del Gobierno con su gran sostén interno: el PSC.

En el Sur de España no hay tanto una revuelta como escaramuzas derivadas del hecho de que el PSOE no gobierna, su tarea en la oposición es irrelevante y sus expectativas electorales son pésimas. Sánchez necesita reanimar pronto a los socialistas andaluces y atraerse el voto de los partidos a su izquierda –la difusa y escindida constelación donde orbitan Sumar, Podemos e IU–, además de no perder a sus socios de investidura para poder resistir en la Moncloa.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el secretario general del PSOE de Andalucía, Juan Espadas

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el secretario general del PSOE de Andalucía, Juan Espadas

PSOE DE ANDALUCÍA

Sus muletas parlamentarias –PNV, ERC, Junts, Bildu– no lo dejan caer pero tampoco validan sus leyes y decisiones. España lleva ya casi dos años sin presupuestos. Sánchez ha anunciado una “renovación discursiva y de equipos” en el congreso federal. ¿Significa eso que habrá cambios en Andalucía? Nadie lo sabe. Lo que es seguro es que lo que suceda en noviembre en Sevilla definirá los senderos que conducen, sólo noventa días después, al congreso regional.

El secretario general en Andalucía, el senador Juan Espadas, ha anunciado que se presentará para revalidar el cargo. Su condición de embajador del cónclave federal –será su presidente– no garantiza, sin embargo, su permanencia como líder en Andalucía. Hasta que se dirima el alcance de los cambios dentro de la Ejecutiva federal ninguna de las agrupaciones socialistas de Andalucía, que ya han elegido las listas de sus delegados al congreso, va a estar en esto.

Todas ellas, en todo caso, toman posiciones tácticas ante la gran batalla meridional, que no se va a librar –salvo contadas escaramuzas locales– hasta los días posteriores al congreso de Sevilla. Un grupo de socialistas críticos con la gestión de Juan Espadas (que es, a su vez, la de Ferraz) ha desvelado que barajan la idea de presentar una lista alternativa en Andalucía.

El secretario General del PSOE-A, Juán Espadas, durante la clausura del 14 Congreso Regional del PSOE-A, en Torremolinos (Málaga)

El secretario General del PSOE-A, Juán Espadas, durante la clausura del 14 Congreso Regional del PSOE-A, en Torremolinos (Málaga)

EFE

De momento, no enseñan todas sus cartas. Pero su oposición al secretario general dista de ser una rebelión equiparable a la que ya se apunta en otros territorios. Se trata además de un movimiento que Moncloa puede desarmar fácilmente si da una salida institucional a Espadas.

Esta hipótesis consistiría en que el líder del PSOE-A sustituya a Teresa Ribera al frente del ministerio de Transición Ecológica en pago por haber encabezado los idus de junio de 2021. La operación de defenestración de Susana Díaz, a la que se ha excluido como delegada para el cónclave federal. Aunque también puede limitarse a mantenerlo como portavoz en el Senado.

Sea cual sea la decisión final del presidente, la etapa de Espadas parece haber llegado a su fin. Los candidatos para sustituirle no son buenos ni demasiados. Pero Ferraz no puede permitirse, y menos con la tormenta política actual, no mover ficha en su federación Sur. No hacerlo sería equivalente a un suicidio. Si Espadas sale del tablero, el sector crítico, cuya envergadura es indeterminada, se diluirá sin esfuerzo porque no habría ya nadie a quien oponerse.

El alcalde de La Rinconada y presidente de la Diputación de Sevilla, Javier Fernández, con la ministra María Jesús Montero

El alcalde de La Rinconada y presidente de la Diputación de Sevilla, Javier Fernández, con la ministra María Jesús Montero

EFE

No es probable que los susánidas resuciten –su tiempo pasó– y nadie que no sea un kamikaze se enfrentará en campo abierto a Sánchez, que diseñará una dirección a su medida, consumando un enroque defensivo. Los tambores de revuelta cesarán. La incógnita, en este caso, es cuál va a ser la hoja de ruta de Ferraz en Andalucía. La composición de la Ejecutiva federal arrojará algunas pistas y condicionará los movimientos previos a la batalla regional.

La fórmula jiennense, cuyo caballo era el diputado Juan Francisco Serrano, apadrinada por el PSOE de esta provincia, uno de los últimos bastiones institucionales de los socialistas en una Andalucía teñida de azul, ha perdido fuerza en paralelo al desgaste del número tres de Ferraz, Santos Cerdán, que avaló la idea pero ahora está políticamente tocado por el caso Ábalos, lo que puede provocar que sea parte del proceso de “renovación” anunciado por Sánchez.

María Jesús Montero, vicepresidenta, ministra de Hacienda y número dos de Ferraz, salvo sorpresa de última hora, no puede ser candidata en Andalucía después de que el presidente cerrase el pacto con ERC por el cupo catalán. Equivaldría a entregarle a Moreno Bonilla –con mayoría absoluta– la presidencia de la Junta a perpetuidad. Y no mejoraría la situación actual.

¿Quién queda entonces? Las fórmulas se reducen a dos. Primera: poner a un socialista con peso institucional. Segunda: optar por una renovación absoluta y elegir un perfil distinto como nuevo rostro del PSOE en Andalucía. La primera opción lleva a la Diputación de Sevilla, cuyo presidente, Javier Fernández, es el jefe del PSOE en esta provincia y alcalde de La Rinconada.

Fernández se había excluido de la batalla interna hace unas semanas al dar su apoyo a Juan Espadas para que siga como secretario general. De hecho, ha hecho un hueco al portavoz en el Senado del PSOE para que sea número uno de la lista de delegados del PSOE por Sevilla al cónclave federal. Pero si Espadas es desplazado por decisión de Ferraz y la dirección de los socialistas meridionales se convierte en sede vacante –al modo vaticano– nada impediría que, con el beneplácito de Moncloa, encabezase una candidatura oficialista en Andalucía.

La segunda opción es designar a un candidato distinto, sin peso orgánico propio para tener garantizada su absoluta fidelidad, con experiencia de gestión –aunque sea breve–, trayectoria profesional, recorrido parlamentario y sin demasiada vinculación con el PSOE del Antiguo Testamento. El nombre, que fue parte de los círculos que acompañaron a Sánchez cuando regresó a Ferraz después de su famosa defenestración, ya está decidido. Se trata de una mujer.

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