Por qué nos gusta Draghi

Por qué nos gusta Draghi

Sus biógrafos dicen que fue su padre quien le enseñó a enfrentarse a la vida cuando era un adolescente. De viaje por Alemania, le llevó a ver un monumento de una ciudad que no recuerda, que tenía en la base una placa que decía: “Si has perdido tu dinero, no has perdido nada, porque podrás recuperarlo en tu próximo negocio. Si has perdido el honor, has perdido mucho, pero podrás reconquistarlo con una heroicidad. Pero si has perdido la valentía, entonces lo has perdido todo”. No se le pasaba por la cabeza entonces que su padre moriría cuando tenía quince años y que su madre fallecería unos meses más tarde. Así que la realidad lo arrojó al mundo real cuando aún llevaba pantalón corto. No le quedó otro remedio que sacar pecho, respirar hondo y buscarse la vida. Estudió en los jesuitas, donde siempre iba impecablemente vestido y peinado. Jugaba bien al baloncesto y sacaba buenas notas. Era tan brillante como sim­pático. La protección del profesor Franco Modigliani le permitió doctorarse en el MIT.

Los orígenes marcan. Y esa valentía de su juventud, le ha valido en la edad madura. Es el hombre que salvó al euro cuando estaba al frente del BCE y el continente parecía venirse abajo. Entonces pronunció la frase “haremos lo que haga falta” para salvar las economías europeas y eso que el Bild le regaló un casco prusiano de 1871, pidiéndole políticas duras con los vecinos del sur. Y se ganó el sobrenombre de Súper Mario.

El hombre que salvó el euro tiene un plan para rescatar Europa de sus dilemas

Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión, le encargó hace unos meses un informe para relanzar la UE. El lunes le entregó su receta, que es un plan Marshall para el que habrá que emitir deuda común y reducir la fiscalidad de las empresas para impulsar su inversión. Ha dicho claro y alto que no hay dilema: o hacemos esto o afrontamos una lenta agonía. Cree que es posible competir con China y Estados Unidos, pero habrá que invertir 800.000 millones anuales para salvar el retraso tecnológico y de productividad. De nuevo, Draghi apuesta por la valentía. El economista romano ha enseñado el camino. Con empatía, con tono pedagógico y con fe en Europa. Una cosa que advierten sus biógrafos es que no tiene tolerancia con los estúpidos. Y eso todavía le hace más atractivo.

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