Macron elige al conservador Barnier

Macron elige al conservador Barnier

Casi después de dos meses sin gobierno, el presidente de la República Francesa, Emmanuel Macron, decidió ayer nombrar nuevo primer ministro al conservador Michel Barnier, de 73 años, exministro de Asuntos Exteriores, excomisario europeo y que fue el principal negociador de la UE con Londres en el Brexit. Al final Macron ha optado por escoger un candidato, ya no que reúna grandes apoyos, sino que al menos no sea censurado en la Asamblea Nacional nada más ser nombrado.

La decisión se produce a punto de cumplirse dos meses sin que Francia tuviera gobierno y sin que Macron designara un nuevo inquilino para el palacio de Matignon. Desde la segunda vuelta de las legislativas anticipadas, el 7 de julio, el país ha vivido en un estado de interinidad, con un Gobierno dimisionario en funciones y con una crisis política sin precedentes en la V República. Los hechos han confirmado que disolver el Parlamento y avanzar las elecciones ha sido un desastre, para Francia y para Macron.

Los resultados abocaron al país a la parálisis política, con los tres grandes bloques –izquierda, centristas y extrema derecha– completamente enfrentados e incapaces de llegar a alianzas para formar mayorías parlamentarias en la Asamblea. Desde entonces, las consultas de Macron para intentar hallar un candidato a jefe del gobierno habían sido infructuosas, lo que ha generado un clima de grave preocupación e incluso indignación en diversos sectores políticos, económicos y sociales franceses.

La izquierda censurará al nuevo primer ministro; Le Pen esperará a conocer su programa

Tras una primera ronda con los partidos, Macron expresó su rechazo a proponer como primera ministra a la candidata de la izquierda, Lucie Castets, sabedor de que ello provocaría de inmediato que las fuerzas de centroderecha y la ultraderecha presentaran en la Asamblea una moción de censura que saldría adelante. Él mismo había vetado un gobierno con la izquierda radical. Los últimos días surgieron los nombres del ex primer ministro socialista Bernard Cazeneuve y del exministro conservador Xavier Bertrand, pero ha sido finalmente el moderado Michel Barnier, salido de Los Republicanos, quien será el quinto jefe de gobierno desde que Macron llegó al Elíseo.

Al presidente se le había acabado el tiempo. Tras la tregua olímpica, debía tomar una decisión porque el país no podía seguir con un gobierno en funciones y porque el 1 de octubre acaba el plazo para que el nuevo jefe del gobierno presente al Parlamento el proyecto de ley de Presupuestos para el 2025. Además, está la dura realidad de un país con una deuda pública sin precedentes, que ha llevado a la Comisión Europea a exigir a París antes del 20 de septiembre drásticas reformas económicas para reducir el déficit. El nuevo primer ministro es un europeísta con amplísima experiencia y su paso por Bruselas sin duda facilitará una mejor comunicación con la UE.

Considerado “el azote del Brexit”, Barnier tiene por delante una tarea colosal ante la delicada situación económica del país y la correlación de fuerzas en la Asamblea fracturada, que hará que la amenaza de caer sea constante. La Francia Insumisa reaccionó indignada al nombramiento, habló de “robo electoral” y recordó que el Nuevo Frente Popular fue el que obtuvo más escaños en las elecciones. Ya ha convocado manifestaciones para mañana sábado y todos los diputados han anunciado que votarán la censura.

Nadie sabe cuánto durará en el cargo el premier, un político experimentado y hábil negociador

Por contra, la líder ultraderechista Marine Le Pen acogió bien el nombramiento, pero recordó que Barnier no tendrá un cheque en blanco y esperará a que presente su programa en la Asamblea. Palabras que sugieren la existencia de un posible compromiso con Macron, de modo que no se produzca un voto de censura automático. Ese es el objetivo presidencial, intentar evitar la censura de las fuerzas parlamentarias. Al menos de entrada, pues nadie puede saber cuánto tiempo aguantará Barnier en el cargo.

Haber nombrado finalmente un primer ministro no evita a Macron las muchas acusaciones recibidas hasta ayer mismo de irresponsabilidad política. Ha sido incapaz de articular una mayoría parlamentaria que avalase a un candidato, y ahora habrá que ver si Barnier podrá gobernar al menos un año, que es cuando podrían volver a celebrarse elecciones legislativas. Macron ha elegido un premier que nadie sabe cuánto durará en el cargo y que hace tres años calificaba al presidente de “altivo, orgulloso, soberbio, que ha gobernado mal Francia”. Ahora ambos deberán negociar la composición del ejecutivo y hacer concesiones. La constitución de un gobierno estable sigue estando en el aire.

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