Mosca negra en Luisiana

POSTALES AMERICANAS

Mosca negra en Luisiana

Una fiesta del paisaje. Eso es Luisiana. La extensión de sus humedales y marismas da la medida exacta del gigantismo con el que la naturaleza se exhibe en EE.UU. El delta del Misisipi es una explosión de vida amamantada por el río que arriba al golfo de México para dejarse morir.

Conduciendo entre tanta belleza uno acaba sumergido en pensamientos mágicos de raíces telúricas. Ideas irracionales dotadas de sentido poético para explicarte a ti mismo lo que estás viendo. He llegado a pensar que los huracanes que de modo recurrente asuelan la zona quizás no sean más que un justo pago que ha de ofrendarse por la hermosura de esta tierra. Cosas de turista, claro; los lugareños, que son quienes los sufren, a la fuerza razonan distinto.

Entre tantos bichejos, se diría que he visitado el infierno y no el paraíso

Ni siquiera la mosca negra, o la mosca búfalo, o como quiera que se llame el bicho que me ha desgraciado la pierna, hará que me retracte del enamoramiento por este lugar. Eso sí, en un hipotético regreso quizás vista de manga larga todas las extremidades. Porque entre moscas, mosquitos y otros bichejos, se diría más bien que he visitado el infierno y no el paraíso. La naturaleza siempre pone a prueba nuestra paciencia y lealtad para con ella. Cuanto más salvaje se muestra, más atractiva resulta también la tentación del cemento.

Luisiana me ha resultado en cierto modo familiar. También aquí, como en el delta del Ebro, andan preocupados por la regresión de las líneas de costa, la subsidencia o la salinización. He tomado nota de una campaña para combatir la falta de sedimentos, que es el problema que da ven­taja al mar para ganarle hectáreas a la tierra.

Reflection of sunset in a cypress swamp

Reflection of sunset in a cypress swamp

Jaimie Tuchman

La campaña consiste en recoger a través de voluntarios todas las conchas de ostras ya consumidas en los restaurantes. El objetivo es frenar el empuje erosivo del mar con barricadas naturales construidas con los despojos del rico molusco.

No podía quedarme de brazos cruzados y me he solidarizado con la iniciativa. Hay que ser generoso con las buenas causas. Poner todo de nuestra parte para que se logren los objetivos. Y por eso me he hinchado a comer, una tras otra, un sinfín de ostras. Tocaba sacrificarse y lo he hecho con gusto. ¡Por Luisiana!

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