Un iceberg de odio

LA VIDA LENTA

Un iceberg de odio

El 10 de agosto, después de una cesárea complicada, Jmana Arafa dio a luz a los mellizos Aysal y Assar. Nacieron en la ciudad de Deir al Balah, a la que se habían visto desplazados desde el norte de Gaza. El 14 de agosto, el padre de los mellizos fue a empadronar a sus recién nacidos. Después de la preceptiva cola, lo consiguió. Puedo seguir dando nombres y decirles que el padre se llama Mohammad Abu al Qumsan, sabiendo que los olvidaremos enseguida, en unos segundos. Pero mientras su caso llame nuestra atención ya abotargada por casi 40.000 muertos y poblaciones arrasadas, sigamos dándoles nombre.

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Mohammad Abu al Qumsan, con los certificados de nacimiento de sus mellizos en las manos, recibió una llamada al móvil. Un tanque israelí había disparado contra los l bloque de apartamentos donde estaba refugiada su familia. Acudió al Hospital de los Mártires de Al Aqsa con la esperanza de que hubiera sobrevivido alguien de su familia. No fue así. Jmana y los recién nacidos, Aysal y Assar, así como su suegra, Rim Jamal al Batraoui, habían fallecido. En los medios, Mohammad Abu aparece con los certificados en las manos, llorando, desesperado, sin poder hacerse una idea de lo que le ha pasado, desistiendo ya hace tiempo de saber por qué les está pasando lo que les pasa.

La familia de Mohammad Abu fue asesinada en un lugar de acogida tras ser desplazada por la guerra

Es una atrocidad más dentro de una matanza en una guerra contra un grupo terrorista que esconde una voluntad genocida de quienes deciden, actúan y permiten. Siempre falta contexto para entender, es cierto, pero incluso como estrategia del Gobierno israelí, del fanatismo y la crueldad estúpida de parte de su sociedad, es complicada de entender. Porque, cuando cesen los misiles y dejen de aplastar las ruedas de los tanques, ¿qué piensan hacer con el odio almacenado y macerado en los supervivientes, en Mohammad Abu al Qumsan, por ejemplo? ¿Creen que se volatizará con dinero, con una tregua, con explicaciones? Es una guerra de exterminio como las del Antiguo Testamento, pero ahora está internet y los móviles, y una obscena necesidad de contar todo hasta hacerlo competición: hasta los muertos, toneladas de muertos que no sirven ni tan siquiera para devolver rehenes o un alto el fuego. Tampoco servirán unos mellizos recién empadronados que mueren a los cuatro días de nacer. Y su madre y la madre de esta.

Podríamos hacer literatura para amortiguar la barbarie. En otoño de 1911 se desprendió de l suroeste de Groenlandia un enorme bloque de hielo de 500 metros de largo y 300 de profundidad. En abril de 1912 ya solo medía entre 15 y 31 metros de largo por unos 122 de profundidad, cuando impactó con el Titanic . La familia de Mohammad Abu fue asesinada en un lugar de acogida después detras ser desplazada por la guerra. Cuando hay casi 40.000 muertos los números de la lotería asesina están muy marcados, pero el cañón de ese tanque perseguía a Mohammad y los suyos como el destino. Es obvio que Un iceberg de odio abisal anda a la espera de colisionar y no sé si una comunidad internacional que no ha podido evitar la matanza va a saber qué hacer con el almacenaje de odio, ese iceberg de odio que anda a la deriva con un destino difuso pero fijado.

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