Siesta

Siesta

Ya no existe momento ni lugar donde no podamos comprar, consumir, trabajar online y, en definitiva, hacer girar la rueda del hiperconsumismo híperconectado. Todas nuestras horas están potencialmente colonizadas por la actividad online: nos quieren permanentemente ocupados.

Una persona usa el teléfono móvil, a 1 de febrero de 2024, en Barcelona, Catalunya (España). El pasado 30 de enero el Govern aprobó las instrucciones que regulan el uso de los dispositivos móviles en las aulas de colegios e institutos, que se comenzarán a aplicar de cara al próximo curso 2024-2025. En Educación Infantil, Primaria y Secundaria (ESO), el uso de los teléfonos móviles estará totalmente prohibido, mientras que en Bachillerato y Formación Profesional (FP), los alumnos podrán utilizarlos durante horas no lectivas.

 

David Zorrakino / Europa Press

Nos roban el tiempo que antes destinábamos a ensimismarnos, a leer, a reflexionar, a imaginar sin soporte alguno, a mirar las nubes para ver formas en ellas, a contemplar nuestro reflejo deformado en la máquina expendedora de café. Lo de que nos roban no es una metáfora: cada año se gastan millones en investigaciones para exterminar el tiempo “inútil”, es decir, el tiempo humano, en los centros de producción. Jonathan Crary dedica un libro entero a esta forma de concebir el tiempo postcapitalista: 24/7 . Como el título indica, en el libro se cuenta que no solo todo en el sistema está diseñado para producir cuando estamos despiertos, también quieren quitarnos el sueño. Fue en ese libro donde me enteré de que a finales de los noventa, un consorcio ruso-europeo había lanzado un plan para poner en órbita una cadena de satélites que reflejarían la luz del Sol en la Tierra. Su lema: “Luz del día durante toda la noche”.

Dormir a pierna suelta se convierte en un acto subversivo

He buscado el gráfico del proyecto. Se aprecian una especie de grandes flores blancas cuyos pétalos parecen sábanas que reflejan la luz del sol. Aunque en un principio estaba pensado para optimizar el rendimiento de los trabajadores en la explotación de recursos naturales en Siberia, enseguida se pensó en ofrecer el proyecto a zonas metropolitanas con el argumento de ahorrar energía. Al final, no me quedó claro si llegaron a desplegar la primera flor, pero sí que, afortunadamente, los millones y esfuerzos invertidos se fueron al traste por la oposición de astrónomos y otros grupos científicos y humanitarios. Aun así, es duro asumir que se dilapidan esfuerzos en proyectos tan demenciales para aumentar la productividad hasta la náusea. Crary tiene claro que el objetivo a largo plazo es el 24/7 y que el sueño humano es el único obstáculo que les queda por abatir. Desde esta perspectiva, dormir a pierna suelta (no digamos ya echarse una siesta) se convierte en uno de los actos más subversivos que podemos llevar a cabo este verano.

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