El frente republicano, el cordón sanitario activado en Francia para frenar a la ultraderecha de Marine Le Pen, por el que la izquierda y el macronismo retiraron dos tercios de sus candidatos que habían pasado a la segunda vuelta de las elecciones legislativas en tercer lugar, y la consigna de concentrar todo el voto contra la ultraderecha han funcionado, y de qué manera.
Cuando todos los sondeos anticipaban una victoria del Reagrupamiento Nacional (RN) sin llegar a la mayoría absoluta, la formación de Le Pen ha quedado en tercer lugar. Con 543 de los 577 escaños asignados, el claro ganador de las elecciones es el Nuevo Frente Popular (NFP), con al menos 171 diputados, mientras que Ensemble, la plataforma macronista, es la sorprendente segunda fuerza al superar los 150 diputados. Reagrupamiento Nacional logra al menos 140 escaños, mientras que la derecha de Los Republicanos se sitúa en torno a los 45 diputados. Todo ello con una participación del 67%, récord desde 1997.
El Nuevo Frente Popular gana las elecciones y el RN de Le Pen queda como tercera fuerza
Jean-Luc Mélenchon, líder de La Francia Insumisa, se apresuró a exigir al presidente Macron la dimisión del primer ministro Attal y a afirmar que el nuevo jefe de gobierno debe pertenecer al NFP. También los socialistas han pedido un nuevo gobierno anunciando que la izquierda no tolerará que se traicione el voto de los franceses y se prolonguen las políticas macronistas. Las izquierdas no han pactado ningún nombre para presidir el gobierno.
También fue muy duro y contundente con Macron el presidente del RN, Jordan Bardella. En un ambiente de más rabia e indignación que de decepción, y con una Marine Le Pen ausente, acusó al presidente y a Attal de una “alianza del deshonor que ha hecho que Francia se haya echado en manos de la extrema izquierda”. Los resultados, pese a ser los mejores de su historia, son sin duda un duro revés para un RN que confiaba en la victoria aunque no fuera por mayoría absoluta. Cabe destacar la resiliencia del campo macronista, pese a haber perdido un centenar de escaños. “Hemos resistido”, dijo anoche el primer ministro, Gabriel Attal, gran víctima del avance electoral, quien anunció que hoy presentará su dimisión a Macron y que trabajará para ofrecer a los franceses una oferta política nueva.
Los resultados dejan una Asamblea Nacional dividida en tres grandes grupos con plataformas y programas muy diferentes y sin ninguna tradición de trabajar juntos. Por eso la gran pregunta ahora es cómo se va a gobernar el país si ningún partido ni alianza ha conseguido los 289 escaños de la mayoría absoluta. Ha ido ganando fuerza la idea de una gran coalición. Una “mayoría diversa” que incluiría al centro macronista, a parte de la derecha tradicional y a la izquierda moderada, pero de la que quedaría fuera La Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon por su radicalismo izquierdista. Una amalgama tan diversa que, de llegar al gobierno, podría crear un caos político ante sus visiones antagónicas. Francia es un país donde el sistema electoral mayoritario a dos vueltas prima las amplias mayorías y no existe tradición de coaliciones postelectorales.
Macron tiene ante sí un escenario complejo. Puede intentar formar un gobierno de coalición con esa “mayoría diversa” tan heterogénea como inestable, o bien, ya que ningún partido ni bloque dispone de la mayoría absoluta, nombrar un gobierno técnico hasta poder volver a convocar elecciones generales dentro de un año.
Francia entra en la ingobernabilidad. Sea cual sea el escenario final resultante de estas elecciones, la pérdida de autoridad moral y política de Macron es evidente. Su decisión de avanzar las legislativas deja un país en una de sus situaciones más críticas en toda la V República, en la que la ultraderecha se ha normalizado en la sociedad y se ha institucionalizado en las urnas. Con todo, anoche hubo un suspiro de alivio en Bruselas.