Cultura o barbarie

Cultura o barbarie

A Anna Pérez Pagès

Irène Némirovsky describe en Suite francesa el horror de la invasión nazi de Francia. Con El primer hombre de Albert Camus entendí la importancia de la educación: ¿qué hubiera sido del Nobel francés sin su profesor, el señor Germain? Giorgio Bassani me hizo sufrir con el devenir de los Finzi-Contini y la persecución de los judíos, ayer y hoy. Y Natalia Ginzburg en Léxico familiar me mostró los estragos del fascismo en Italia, pero también la resistencia de los intelectuales e industriales del país alpino (¡qué diferencia con España!). Sin todas estas lecturas, sin el cine, sin el arte, no sería quien soy. Sin haber vivido en los mundos a los que me llevaron estos autores, hoy no estaría aterrorizada con el auge de la extrema derecha en Europa: con Francia teñida del azul de Le Pen o por la victoria de la peligrosa Meloni en Italia.

Ha muerto la periodista cultural Anna Pérez Pagés.

  

Betevé

Las elecciones europeas han ratificado el desencanto de los más jóvenes con la democracia. El apoyo juvenil a AfD en Alemania o el fenómeno de Alvise Pérez en España dan fe de ello. Los jóvenes anhelan libertad, y para ellos, a diferencia de las generaciones mayores, la democracia no equivale a libertad, sino a precariedad y desesperanza. Por lo que proteger y promover la cultura, además del acceso a vivienda y educación, es crucial. La cultura nos recuerda que solo en democracia se puede ser libre.

La cultura nos recuerda que solo en democracia se puede ser libre

Pensé en todo esto en el precioso homenaje a Anna Pérez Pagès que se hizo en el Lliure. Anna ha sido una de las grandes periodistas del país. Después de su fallecimiento su círculo más próximo está impulsando un premio de periodismo cultural con su nombre, al que deberemos prestar atención. Uno de los muchos logros de Anna fue que, con un lenguaje propio, conectó con miles de jóvenes y se convirtió, en un país que suprime las lecturas obligatorias en secundaria, en su prescriptora cultural. Cuando inexplicablemente Betevé canceló el Àrtic, perdieron su referente.

Anna nos dejó en marzo, pero su lucha sigue viva: sin cultura, vuelve la barbarie, el posfascismo. Que tomen nota los responsables públicos que han despreciado, o en el mejor de los casos minusvalorado, la cultura, sus profesionales y los periodistas culturales. Con el lobo al acecho, los necesitamos más que nunca.

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