Pere Aragonès recibió este miércoles un inesperado reconocimiento por parte de los empresarios del Cercle d’Economia que, por boca de su presidente, Jaume Guardiola, le agradecieron su predisposición a escuchar y a dialogar sobre la situación económica del país, en contraposición con algunos de sus antecesores. El president saliente coincidió en el acto de inauguración de las jornadas del Cercle con el candidato a sustituirlo, el socialista Salvador Illa, y la sensación que dieron es que el primero parecía liberado y feliz, mientras que el segundo aparecía como más presionado mientras era acosado y perseguido por muchos de los asistentes.
A Aragonès hay que reconocerle, como hizo este miércoles el Cercle, la dignidad con la que ha ejercido la presidencia de la Generalitat. Seguro que hay críticas que hacerle, como sus plantones al Rey, su negativa a asistir a la conferencia de presidentes o que acudiera a un mitin de Bildu en el País Vasco saltándose la visita de cortesía al lehendakari. Sin embargo, supo ejercer como president de todos los catalanes sin renunciar a su esencia independentista. En su intervención de este miércoles afirmó satisfecho que dejaba la Administración de la Generalitat mejor de lo que la encontró, pero no supo responder después a las razones de la debacle electoral sufrida por su partido.
Guardiola, en su discurso de apertura, volvió a reclamar “transversalidad” y evitar “la política de bloques” con vistas al
futuro gobierno en Catalunya, aunque dio la sensación de que predicaba en el desierto. Los empresarios quieren consenso.
Situado ya mentalmente de salida, Aragonès fue muy claro al advertir que el Estado de bienestar en Catalunya está en riesgo por la precaria situación de las arcas de la Generalitat. “O hay un acuerdo significativo en financiación o la Catalunya de los ocho millones no podremos pagarla”, afirmó. Illa, en primera línea,
tomaba buena nota, consciente de que esta va a ser una de las carpetas más espinosas de su gobierno, en caso de que pueda llegar a ser investido presidente. Pasqual Maragall y José Montilla también batallaron en su día por este tema ante gobiernos socialistas amigos. “La pela es la pela”.