Parece evidente que con la aprobación de los proyectos de ejes verdes en el Eixample barcelonés como simples obras ordinarias municipales, el gobierno de Ada Colau, en febrero de 2022, quiso evitar la modificación del planeamiento urbanístico y el debate en el pleno. Tenía prisa y puso la directa, aun a riesgo de vulnerar la legalidad urbanística. El plan no era peccata minuta: se sustituía un sistema viario por otro de jardines urbanos. Varias entidades lo llevaron a la justicia, y esta ya se ha pronunciado tres veces por igual: en la supermanzana del Consell de Cent como la de Comte Borrell y en el cruce de Consell de Cent con Rocafort debe revertirse el proceso de peatonalización y regresar a la planificación previa, según las sentencias.
El alcalde Collboni lo fía todo a los servicios jurídicos del Ayuntamiento para que acrediten que el procedimiento de Colau se ajustó a la legalidad. A estas alturas de la película no tiene ningún sentido desmantelar nada (D.E.P. por el plan Cerdà). Además, muchos ciudadanos están encantados. Pero no todos, depende de a quién preguntes. Y eso es lo que hizo Luis Benvenuty, preguntar, para el diario del domingo, por el primer año de vida del eje de Consell de Cent.
No piensa lo mismo el vecino que sale al balcón de su piso revalorizado y oye los pajaritos que el vecino de la calle Mallorca
Leído el reportaje, está claro que no piensa lo mismo el vecino de esta calle que sale al balcón de su piso revalorizado y oye piar a los pajaritos (si no hay barullo en las terrazas), que el vecino de la calle Mallorca, que traga humo. Y no piensa lo mismo el propietario de un local o una vivienda, que el empresario o el particular al que en nada se le acaba el contrato y le subirán la renta. Todo tiene que ser guay, también los precios. Por cierto que la calle se está llenando de brunch, así, en inglés (D.E.P. por el bar de toda la vida).
Es unánime el clamor de vecinos y empresarios. Ellos no están solo de paso. En este año no se ha mimado el entorno. Se nota descuido. La lista de debes: faltan señales cerca de escuelas y plazas, pilonas de control de acceso, y policía que pille a quienes circulan motorizados o a dos ruedas arramblando con todo y a cuantos aparcan donde les da la gana sin respetar el horario de carga y descarga. Collboni dice que tiene un plan. Un plan de mejora, para dentro de unos meses. Ya tarda.